jueves, 30 de octubre de 2008

palabras para julia



Cuando uno se enfrenta a poemas de la talla de PALABRAS PARA JULIA, es poco lo que se puede decir.

Cuando uno se enfrenta, no sólo a poemas de la talla de PALABRAS PARA JULIA, sino además a esa crispación provocada por los versos de Goytosolo cantados por Paco Ibañez, es nada lo que se puede decir.

Poco o nada que se pueda decir sin correr el albur casi seguro de no estar a la altura.

Esta entrada está dedicada con todo mi amor, un abrazo grande y un beso, a ese regalo gigante llamado mis amigos/hermanos Agustín Gálvez & Bruno Montané.
K. Ramone


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PALABRAS PARA JULIA

José Agustín Goytisolo (España, 1928-1999)



Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.

Hija mía, es mejor vivir

con la alegría de los hombres,
que llorar ante el muro ciego.

Te sentirás acorralada,

te sentirás perdida o sola,
tal vez querrás no haber nacido.

Yo sé muy bien que te dirán

que la vida no tiene objeto,
que es un asunto desgraciado.

Entonces siempre acuérdate

de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Un hombre sólo, una mujer

así, tomados de uno en uno,
son como polvo, no son nada.

Pero yo cuando te hablo a ti,

cuando te escribo estas palabras,
pienso también en otros hombres.

Tu destino está en los demás,

tu futuro es tu propia vida,
tu dignidad es la de todos.

Otros esperan que resistas,

que les ayude tu alegría,
tu canción entre sus canciones.

Entonces siempre acuérdate

de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.

Nunca te entregues ni te apartes

junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.

La vida es bella, tú verás

como a pesar de los pesares,
tendrás amor, tendrás amigos.

Por lo demás no hay elección

y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.

Perdóname, no sé decirte

nada más, pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.

Y siempre, siempre, acuérdate

de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.


***





lunes, 27 de octubre de 2008

RODRIGO LIRA: 1 POEMA






RODRIGO LIRA: 1 POEMA




COMUNICADO es uno de los mejores poemas escritos por estos lados y en cualquier lado. Rodrigo Lira, su autor, es uno de esos poetas accidentalmente nacidos en Chile que mejor entendió aquello que no es posible entender: Qué es la poesía. Y entendió tan bien qué es la Poesía, que sólo la sintió ir y venir, oyó sus trancos a lo lejos, percibió por un nanosegundo que algo le tocaba el hombro en medio de la nada, escuchó voces que tenían la espalda pintada de blanco a la manera de la mímica de la ignorancia, y qué debemos decir: que eso es mucho más que lo que muchos de nosotros podemos y podremos saber o vislumbrar alguna vez. Rodrigo Lira estrujó y estrujó la palabra casi hasta su impotencia ante la posibilidad expresiva; su poesía, haciéndose cargo de su accidental resolución o intento en un país llamado Chile con la dictadura militar de entonces, fue profundamente contextualizada; sí, también fue una escritura lúcida, crítica, siempre enfrentando la dis/solución de continuidad de las poéticas y sus poetas. Nació el 26 de diciembre de 1949 a cierta hora de la mañana. También el 26 de diciembre y a aquella misma cierta hora de la mañana, aunque en 1981, se hizo recagar las venas y murió desangrado en la bañera de su casa.

K. Ramone

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COMUNICADO


A la Gente Pobre se le comunica

Que hay Cebollas para Ella en la Municipalidad de Santiago.
Las Cebollas se ven asomadas a unas ventanas
Desde el patio de la I. Municipalidad de Santiago.
Tras las ventanas del tercer piso se divisan
Unas guaguas en sus cunas y por las que están un poco más abajo
Se ve algo de las Cebollas para la Gente Pobre.
Para verlas hay que llegar a un patio
Al patio con dos Arboles bien verdes
Después de pasar por el lado de una como jaula
Con una caja que sube y baja
Después de atravesar una sala grande con piso de baldosas
Y con tejado de vidrio
Con unas señoritas detrás de unos como mostradores
Después de subir unas escaleras bien anchas
Después de pasar unas puertas grandes
En la esquina de una plaza que se llama
"de Armas", en la esquina del lado izquierdo
De una estatua de un señor a caballo, de metal,
Con la espada apernada al caballo
Para que no se la roben y hagan daño.
Ahí, debajo de las ventanas con las guaguas,
Están las Cebollas.
No sé si podra conseguir
Unas poquitas.
El caballero que maneja
El ascensor ese, con paredes de reja.
Me dijo que eran
para la gente pobre.
Después, dijo algo del Empleo Mínimo.
Yo tenía que irme luego a comprar un plano de Santiago
y una máquina de escribir.


(sucedido y escrito en junio de 1979).
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MÁS DE RODRIGO LIRA. LEE, LEE. DE NUEVO: LEE, LEE, POR FAVOR. VARIACIÓN: POR FAVOR LEE. PERO LEE. PARA ESTE CASO PUEDE SER PINCHANDO ACÁ:
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viernes, 24 de octubre de 2008

TRISTEZA DE NO SER ALAN MOORE —K. Ramone



TRISTEZA DE NO SER ALAN MOORE

K. Ramone



Mi cabeza, o lo que algunos —con la misma facilidad con que se dice cocacola— llaman "mente", es a menudo no man's land, y es bueno, hasta saludable que así sea, porque yo mismo me ausento de ese terreno baldío, insoportable, hediendo a humos devorados por otros humos, y puedo encontrarme con algunas imágenes más o menos plausibles de la pre-realidad. No sé, algo así: antenoche, déjenme dar este ejemplo, soñé con una vaca, pero una vaca robot, una vaca que me había visitado durante muchos años, la vaca más bella que había visto en mi vida, con manchas, claro está, pero de óxido. Algunos circuitos salían de sus orejas, sus grandes ojos de vaca eran dos pantallas amarillas en las cuales, aunque sólo de noche, era posible contemplar el amarillo sol de las mañanas de dibujo escolar. La vaca se llamaba Kurt Vonnegut, usaba bigote de cables pelados. Eramos los únicos en el gran desierto de la cuadra al otro lado de una ventana de mi casa. Como no había quien nos juzgara, nos preguntábamos cada día al unísono: ¿Eres heterosexual? Y al unísono nos respondíamos: Sí, por qué? Y ahí mismo nos poníamos a echar cachitas, a culearnos, porque al fin y al cabo yo era de carne y hueso y ella era una vaca robot, y éramos libres y condenados a morir, yo por cese de respiros algún día cercano, ella por algún chip echado a perder. Y yo le metía mi utensilio sexual, lindo como una cuchara de plata o una llave de lavabo, y al acabar en ella llegaban a salir chispitas y me daba la corriente y yo pegaba un atómico gritito, algo así como "ay, que me dio la corriente en el peneStereo", y después ella me hacía cositas y "ay, que me volvía a dar la corriente". Cada día, antes de terminar su visita, la vaca robot Kurt Vonnegut me preguntaba si estaba escribiendo algo. Y yo le mentía que sí, que iba super avanzado en mis proyectos, que nada me quitaba tiempo. "Ya, muy bien", algo así decía ella, y luego nos decíamos adiós con una fuerte y varonil apretón de mano y pezuña. En el sueño la vaca me visitaba durante casi mil años. Ya empezaba yo a madurar cuando dejó de visitarme. Un día salí a buscarla y la encontré: estaba muerta, totalmente oxidada, comida por larvas de laser, tirada en las afueras de la única ciudad en pie. No lloré, porque al fin y al cabo era ella solamente un robot y yo un perfecto ser humano respirando solitario en el desierto, ajeno hasta para mí mismo. Cosas así. Lo otro es despertar, quedarse no en la pre-realidad sino en la mera realidad, ese mismísimo muñeco de asco.
Todo lo anterior para contar que he andado con depre. Deprimido desde hace semanas, deprimido por una razón muy puntual: Alan Moore. De repente me dio el bajón, me acordé de los comics leídos y de mis días de niño-mierda-adolescente, y me puse a buscar en la red todo lo que tuviera que ver con Alan Moore, desde entrevistas (http://www.enginecomics.co.uk/interviews/jan05/alanmoore.htm), scripts, facsímiles, videos, fotos, en fin, todo, todo lo que tuviera algo que decir sobre él, y empecé el camino hacia la desolación.

Descubrí que quiero ser Alan Moore.
Sin embargo, lo que de verdad he descubierto es peor: que NO PUEDO SER ALAN MOORE. Y eso me deprime. O tal vez no es que quiera ser el Alan Moore de ahora, sino el de los ochenta. Eso. Ese Alan Moore. Pero, no puedo mentir, también quiero ser el de ahora, y el de los noventa. Pero es imposible, la realidad de este país llamado como un ají, es muy distinta a Inglaterra o USA. Y que se me entienda bien: no viviré en esos lugares. Hablo acá de otra cosa, de la probabilidad de ser Alan Moore en un país cuya cultura de mierda no tiene ese espacio en donde sea posible entender como algo serio el trabajo de un guionista de comic o de un cartoonist o de un colorista, en fin, de alguien que cuando chico o a sus 37 diga "quiero ser guionista de comic o dibujante" (disculpen, pero me gusta más la palabra cartoonist), en fin, y que aunque no lo tenga asegurado, tenga al menos la oportunidad de hallar ese mundo de aficionados o freaks o bichos raros en que su trabajo es medido con el mismo celo o simple cariño con que otros tributan a Dostoievsky o Matta. Y qué mejor: si se le pega el palo al gato, terminar viviendo o subsistiendo gracias a los guiones y los monos. En Chile hubo algo así, aunque en Chile hubo también algo llamado dictadura que mandó todo eso al diablo; y luego, ahora en este muñeco con frío llamado democracia a la chilena, hay la idea de que esas cosas no venden, que no tienen salida, que no son un buen negocio (como si esos fueran los únicos cálculos o parámetros válidos, los que riman con dinero). Y bueno, yo no creo que sea así: digo, no creo que fueran un mal negocio, pero sobre todo no creo que todo deba ser un buen negocio para tener derecho a existir. En gringolandia y en Europa y en Japón, valga decirlo, el comic no muere y sigue saliendo gente que cuando chica quiso, así como otros doctor o ingeniero, ser dibujante o guionista de comic. Bueno , el tema da para largo y discutirlo no es la intención de esta flecha al viento (¿flecha zen?, ¿flecha zen?). Ni siquiera sé cuál es la intención (pero por favor, qué mala clase de escritor es usted, ayayayay).
Lo que quiero decir, o por lo menos intentar decir, es que Alan Moore debería haber sido yo. Que así otro tipo, o sea yo aunque sin ser yo, estaría queriendo ser yo, uno que no habría sido yo, sino Alan Moore. Pero, si siendo Alan Moore —pienso—, no me hubiera llamado así sino como acá me llamo, y si hubiera nacido en Chile, el Chile de este tiempo, ¡puf!, todo sería esta misma fucking stuff de ahora, y estaría igual de jodido y a punto de optar por la vía breve de la fama, el camino abreviado hacia un tipo demasiado luminoso (hasta la obnubilación claro está) de estrellato: matar de nuevo a John Lennon o por lo menos al doble chileno de él, o ser un Charles Manson chileno, llegando a una casa en donde haya un horrible asado a la chilena, lo que quiere decir un grupo de weones hablando de fútbol o de la tele o, si son cuRtos y "literatos", hablando
con el hociquito atestado de clichés de los mismos cinco poetitas y novelistitas que la llevan o que venden o que, en su defecto, son los "underground" que la están rompiendo, en fin, todo eso, cosas que en Chile no importan mucho si uno lo mira bien. Por lo mismo, qué va a importar que un pobre, un miserable tipo como yo ande deprimido por no poder ser Alan Moore. Y ni siquiera me parezco a él, para ser acaso su doble chileno, aunque sólo yo supiera a quién estoy plagiando con esa pinta. Queda un triste, por trascendental, consuelo: por ahí, en el computador de la casa, tengo guardados scripts facsimilares de Alan Moore que esperan por mi lectura. Los plagiaré, los plagiaré, los plagiaré, como he hecho con cada texto de calidad que ha caído en mis manos, pues yo soy el Campeón Mundial del Plagio, el Gran Zorzal Plagiario, aunque de poco sirva, puesto que soy sólo un androide, el último de mi tipo en el pasaje en que vivo, ese futuro desierto en que ni por nuestros gatos seremos llorados. Soy el androide más triste del barrio.
Aunque uno de mis testículos es mi CPU y puedo desconectarme en cualquier momento —soy algo así como un androide configurado también para el suicidio— no lo haré por hoy, ya que deseo seguir viendo cómo crecen las larvas de mi corazón imaginario y cómo mis plagios adquieren, a veces, la forma de poemas que parecen escritos por obra humana.
...three, two, one, zero...IGNITION!



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lunes, 20 de octubre de 2008

Un texto, una reflexión de María José Viera-Gallo

Un texto, una reflexión de María José Viera-Gallo:


Obama y mi hermana: Si se puede!



Obama tiene 47 años. Mi hermana María Teresa Viera-Gallo 36. Obama es afro-americano. Mi hermana es latino-americana. Viven al norte y al sur de un mismo continente, América.
Si se sentaran en una mesa a conversar descubrirían que pertenecen a una misma generación.
No sólo podrían citar discos, películas, libros en común, sino mismos ídolos y traumas.
Mi hermana vivió el exilio tras el golpe del 73. Obama creció –debido a su piel- sintiéndose exiliado en su propio país. Ambos son hijos de esas décadas , los 60s, y 70s, donde la política se sentía, vivía y padecía en carne propia. Obama y mi hermana saben lo que es tener un pariente alabando John F.Kennedy o Salvador Allende a la hora de almuerzo. Obama y mi hermana pensaron el mundo a la sombra de estos mitos. Obama y mi hermana un día se cansaron que el destino de nuestras vidas dependiera de otros políticos. Sin pedirle permiso a nadie, siguiendo su vocación, talento y sensibilidad social, se hicieron un hueco ahí donde había que estar. Obama en contra de las políticas neoconservadoras y fallidas de Bush. Mi hermana en contra del estancamiento y problemas que sufre la comuna de Santiago. Obama es progresista. Mi hermana también. Ni Obama ni mi hermana piensan según esquemas pasados de la Guerra fría. Obama quiere salud universal para todos los americanos, regular de una vez el capitalismo salvaje, terminar con el monopolio de las empresa petroleras a favor de energía renovable, salir responsablemente de Iraq, tener colegios públicos de calidad, salvaguardar los derechos civiles y lo más importante, volver a conectar el gobierno con la gente. Mi hermana quiere una comuna verde, ciudadana, sin smog ni basura, igualitaria, con buenos colegios públicos, centros de recreación y consultorios, pluralista, vanguardista y lo más importante, proteger la identidad e historia de Santiago. Obama está con la gente. Mi hermana también. Obama y mi hermana tienen ideas frescas, un fuerte pragmatismo, y están seguros que el siglo XXI necesitaba un recambio para enfrentar nuevos desafíos.
Omaba ama USA y mi hermana ama Santiago. Obama y mi hermana son como Los Beatles y Los Rolling Stones.
Pero cantan la misma canción “ Yes we can!” “Sí se puede!”





María José Viera-Gallo
desde Brooklyn



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martes, 14 de octubre de 2008

ROBERT WALSER por K. Ramone



ROBERT WALSER



Nota: No suelo poner textos de mi autoría en el blog. Tal vez porque, sin quererlo pero buscándolo, cierta "línea editorial" fue haciendo que este blog esté sustentado en la difusión o muestra de otros autores y sus trabajos. Me siento más cómodo en ese afán: compartir gustos, obsesiones, citar, citar, citar. Pero a veces me da por poner algún texto mío. Sobre todo cuando se trata de textos dedicados a amigos. Ahora es una de esas veces. El título del texto es UNA HISTORIA SIN TÍTULO.

K.Ramone


UNA HISTORIA SIN TÍTULO

A Roberto Apablaza, el Negro


Ya lo sabemos: cuando Robert Walser quedó tendido sobre la nieve, no murió ahí, en ese instante. Sólo lo hizo en el momento en que alguien, ese alguien que vio aquel cuerpo inerte sobre la nieve, dijo o pensó: “Ha muerto”, “está muerto”. Antes de que ello ocurriera sólo eran eso que la gente llama nieve, un cuerpo sobre aquello, algún árbol deshojado y viejo, el cielo tranquilo, algún bicho buscando su alimento, algún pájaro sin nombre buscando a su bicho, el cielo vuelto hacia arriba siempre. La calma. Las huellas en la nieve. La mañana. La perfección total. Ni la vida ni la muerte, sólo las cosas y los seres ocurriendo o ajenos a todo concepto de tiempo y espacio y voluntad. La muerte no era más que el buitre agazapado, inútil e impotente, a la espera de ser nombrado o señalado de alguna forma para, recién ahí, ser, hacerse, existir: la muerte: el buitre que se devora a sí mismo. Los niños, se ha dicho una y otra vez, son inmortales hasta el minuto en que toman conciencia de la finitud de los días. Mientras son inmortales, los niños habitan en ese espacio/tiempo en que el cuerpo de Walser yació sobre la nieve, en secreto, sin que nadie lo hallara y estableciera el principio de su condición de muerto, sí, los niños habitan allí, en ese lapso en que sólo otras inmortalidades son posibles: el árbol viejo y sin hojas, el pájaro y el bicho que sólo buscan su alimento, carentes de toda ambición, pues no quieren ser algo en la vida, no buscan trascender en obras o vivir y trabajar en pos de fines de semana, y sencillamente suceden como quien vive para siempre, y el cielo, tendido ahí, como un reverso de escarcha, donde cumple una única función: estar vacío y ser, al mismo tiempo (qué hermosa locura), el vacío. Pero no la muerte; la vida, tampoco. Sólo un escenario perfecto, inexistente de tan existiendo. Algunos maderos de un establo, también vacío. Eso que imaginamos cuando niños: que cuando les damos la espalda, que cuando no las vemos, todas las cosas dejan de moverse. Otra vez coinciden los niños con ese momento en que Walser, que había salido a dar su acostumbrado paseo matinal, no era aún hallado y yacía con su ropa vieja sobre la nieve. Cualquier animal, insecto o pájaro o ese frustrado proyecto de pájaro que nombramos cielo, cualquiera de esos elementos no humanos siguió o sólo se mantuvo sin construir la muerte, sin edificarla. Pero desde el momento en que alguien halló el cuerpo y dijo o pensó “ha muerto”, “está muerto”, se hizo la muerte y se propagó hasta nosotros para saber que, sí, Walser murió el día tanto del año tanto. El escritor Robert Walser, o quizá Robert Walser, es —en casi todos los sentidos— la prefiguración de la literatura de Kafka o, tal vez, de Kafka: leemos a Kafka y estamos leyendo a Walser. O, de algún modo, Kafka siguió escribiendo o terminó sin terminar de escribir a Walser. Esto hasta Kafka lo supo. Walser no lo supo. Y un dato más, que ni Walser ni Kafka conocieron: Kafka, años después, ya muerto, siguió urdiendo un texto imposible en que un hombre llamado Robert Walser, que había de nacer muchos años antes (un texto imposible: Kafka nace en 1883, y Walser, en 1878; sin embargo, Kafka muere en 1924 y Walser en 1956), loco y lúcido, sale a dar su acostumbrado paseo matutino y no regresa. Como era un loco, un demente más en el manicomio en que vivía, y como era el día 25 de diciembre con sus preocupaciones y ocupaciones de “buena voluntad”, nadie se acordó de él. Mientras nadie se acordaba de él, su cuerpo yacía tendido sin ser aún un muerto: sólo una forma, una materia tendida sobre la nieve, cercana a un árbol viejo y sin hojas, en los suburbios de un algo como cielo, a cierta distancia de unas cosas como llamadas pájaro y bicho, los maderos de una verja o de un establo vacío, en fin, una perfección perdida o invisible a los ojos de cualquiera, menos de Kafka.
Y ahora dos cuerpos, dos cuerpos ahora bocabajo sobre la nieve.




K. Ramone

viernes, 10 de octubre de 2008

PHILIP K. DICK (EL GRAN K. DICK)

PHILIP K. DICK (EL GRAN K. DICK) RESPONDE A:




¿CUÁL ES LA CUALIDAD MÁS IMPORTANTE QUE TIENE QUE
POSEER UN ESCRITOR?


—What is the most important quality for a writer to have?
K. DICK: A sense of indignation. As I said, science fiction was effective for so many years because it was a rebel art form. It wasn't accepted. The idea was to offend people. But not just with garbage. Just because something is offensive crap doesn't necessarily mean it's any good. But there is nothing else, really, for a writer to do. He must offend people if he's going to be effective. It's like someone once said about opera. "Stab a tenor and he sings." Stab a writer —or step on his toes— and he'll write. It's an automatic reflex reaction. A writer writes because it's his response to the world. It's a natural process, like respiration. But above all, a writer must have a capacity for indignation. The capacity for indignation is the most important thing for a creative person. Not the aesthetic capacity but the capacity for indignation. And especially indignation at the treatment afforded other people. It's like the trials of the dissidents that are going on now in Russia, or when you see a blind and deaf baby on TV like I did last night. To see some of the things that are going on in the world and to feel indignant, at God, at the Soviet Union, at the United States, at the military, that is the greatest capacity in the world. To see a blind and deaf baby and to feel anger, to feel fury, at the starving of children and the arrest of political dissidents. That is the basis of the writer.