lunes, 31 de agosto de 2009

François Villon: Poemas



François Villon: Poemas


(1431 o 1432 en París, se pierde su rastro en 1463):








Cuarteta

Yo soy François -¡cuánto me pesa!
de París, cerca de Pontuesa.
Pendiendo de la cuerda de una toesa
sabrá mi cuello lo que mi culo pesa.
***
Balada Final
Aquí se cierra el testamento
que escribiera el pobre Villon.
Salid camino de su entierro
en cuanto oigáis el carillón
de color bermejo vestidos
porque murió mártir de amor:
esto juró por sus cojones
cuando del mundo se marchó.

De su palabra estoy seguro,
pues como a un bicho lo ahuyentó
llena de odio la que él amaba
y desde aquí hasta el Roussillon
no hay matorral, zarza o maleza
que no tenga -y no miento yo-
tela arrancada de sus bragas,
cuando del mundo se marchó.

Tal su aventura fue; un harapo
vestía cuando se murió.
Peor aún: amor lo pinchaba
y le causaba más dolor
mientras él se estaba muriendo
que la hebilla de un cinturón
-tanta crueldad nos causa asombro-
cuando del mundo se marchó.

Sabed lo que hizo él cuando se iba,
Príncipe bello como azor:
bebió un trago de vino tinto
cuando del mundo se marchó.

***
Balada de la Gorda Margot

Ítem, a la gorda Margot,
bello retrato, dulce cara
y a fe mía, ¡si la conozco!,
criatura muy abnegada
(yo la amo -me obliga el cuerpo-
y ella a mí ¡sabrosa muchacha!)
si por azar alguien la encuentra
que le transmita esta balada:

Si amo a la bella y sírvola os asusto?
¿me juzgáis vil y tonto y mentecato?
Tiene ella bienes para todo gusto.
Por su amor ciño daga, escudo y mato.
Cuando alguien viene tomo pronto un vaso
y de la pieza escúrrome callando.
Después le traigo queso y pan, lo abrazo,
si paga bien le digo: "¿Vuelve? ¿Cuándo?
Cuando esté en celo, amigo, lo esperamos
en el burdel en donde el pan ganamos".

Mas si amanece y no aportó dinero
¡ay de Margot! entonces enfurezco,
no puedo verla, degollarla quiero.
Tomo sus atavíos, salgo al fresco
y con que iré a venderlos la amenazo.
Ella se planta como el Anticristo
y de matarla ahí mismo sería el caso
pues por la muerte júrame de Cristo
que no lo haré. Y así peleamos
en el burdel en donde el pan ganamos.

Pero vuelve la paz, se tira un pedo
más criminal que de un cañón la bala,
riendo me da un golpe, luego, quedo,
"¡súbete!" dice, en tanto que se instala.
Dormimos como un zueco, ambos beodos.
Si despierta y su vientre aún reclama
se alza y me monta, tales son sus modos.
¡Nos aplasta!" gemimos yo y la cama,
"¡Por tu lujuria nos desvencijamos!"
en el burdel en donde el pan ganamos.

Que llueva o truene, tengo el pan seguro.
Soy vicioso y halléme una viciosa.
No sé cuál de los dos lo es más, lo juro.
Y la basura nos parece hermosa
y el honor nos repugna y lo ahuyentamos
en el burdel en donde el pan ganamos.


***
_(Las traducciones pertenecen a Rubén Abel Reches_________________

(*)La Gorda Margot, al parecer rostro y nombre pintados en el letrero de un burdel.

viernes, 28 de agosto de 2009

Yony Bueymiler Tapia Miranda: Gásfiter y Subpoeta




Yony Bueymiler Tapia Miranda: Gásfiter y Subpoeta


Gregorio Gálvez (*)


Nombre completo: Yony Bueymiler Tapia Miranda. Apodo: El esqueleto de Tarzán (“Lo de esqueleto es por lo flaco, es que siempre he sido muy flaco, ve que fui tísico cuando cabro chico, y lo de Tarzán es por mi nombre, porque a mi papá le gustaban las películas de Tarzán”). Lugar de nacimiento: San Javier, región del Maule, Chile (“Soy nacido y criado en San Javier y no me arrepiento de nada, como dice la Edíh Piáh”). Edad: cincuenta y dos años (“Tengo cincuentidós años de edad, entrando a los cincuentitrés”). Oficio remunerado: gásfiter. Profesión no remunerada: poeta (“En realidad yo no soy poeta, como que encuentro mucha palabra ésa y otras veces la encuentro muy poca, yo soy Subpoeta, suena mejor, pero también porque me gustan las palabras con el presufijo ‘sub’, por ejemplo subterráneo, suburbio, subiremos, subpermercado”). Escribió su primer poema a los diecisiete, en homenaje a su primogénito: Vicente Huido Tapia Faúndez (“La primera vez que mi mujer se mejoró de guagua, ella tenía dieciséis años de edad y yo tenía diecisiete años de edad entrando a los dieciocho, éramos los dos unos pajaritos, y como a mí me han gustado siempre los poemas de Vicente Huidobro quería ponerle a mi hijo Vicente Huidobro, tal cual, pero, como Huidobro es apellido, cuando lo pasamos por el civil no le pude poner así, así que tuve que ponerle así: Huido, y en la casa así le decimos: Huido, por Vicente Huidobro, pero ése fue mi primer hijo, y ahí yo escribí mi primer poema, a lo Huidobro, a lo creacionista, pero a lo mejor es mejor decir a lo subcreacionista, pero después seguí escribiendo sin parar, pero a mis otros hijos no les dediqué poemas, porque sólo hay que dedicarle un poema al primer hijo nomás, pero ahora, ya con cincuentidós años de edad entrando a los cincuentitrés, tengo cinco hijos y los tengo a los cinco vivos, con salud y estudiando, y tengo tres niñitos hombres y dos niñitas mujeres y una nieta mujer, que le pusieron Teresa Huilmon, por la Teresa Huilmon”).

Yony es, en estricto rigor, un poeta mediocre, pero con actitud de poeta y con el riesgo a flor de verso como los buenos poetas, y eso es lo que valoro y rescato: su vida, su actitud, su día a día de poeta o, mejor dicho, su Cotidianidad Poeta. La osadía con que se enfrenta a la escritura es la de un gran grande, de uno de verdad. Frente a su figura, a su forma de pararse como poeta ante el mundo, tengo la misma certeza que él: “Yo voy a escribir hasta el último día de mi vida, y DiosquieraylaVirgen que ojála el Señor me conserve los siete sentidos buenos hasta el final de mis días, pero si no igual voy a seguir escribiendo como condenado, por más que todos, los buenos, los no tan buenos y los mejores, todos estamos condenados a vivir y a morir y a que nos olviden como a calcetín viejo, porque así de clara es la ley de Dios que no siempre es bondadosa pero siempre es clara, porque eso hasta a Huidobro le va a pasar, aunque, como decía mi viejo que en paz descanse y que Dios lo tenga en su Santa Gloria, ‘lo leído y lo escribío no lo quita nadie’, aparte que yo soy como mi viejo que en paz descanse, porque él también siempre decía que uno no tiene que ser sólo un hombre de principios, él decía que uno tiene que también ser de finales, y yo soy un hombre de finales, como mi viejo, que a todo esto era ladrón, pero que igual me crió bien y me regaló los libros que leía, porque mi viejo era un ladrón honrado y era choro, vivanco, un chochamu de la vieja escuela, un ladrón honrado, un hombre de finales, y yo que escribo poemas, que también es una forma de ser ladrón honrado, no soy un hombre de principios nomás, soy un hombre de finales y hasta el final voy a escribir y nadie me va a venir a echar el pelo en la leche”.

El Subpoeta y gásfiter Yony Bueymiler Tapia Miranda no es un ejemplo de poesía, pero sí es un epítome de la figura del Poeta, no del maldito, sino del Poeta Bendito. Dos cosas sabidas: que es un poeta de escritura mediocre, pero que hasta el más mediocre de los poetas ha escrito una estrofa o un verso que merezca estar en una antología, al menos en la única verdaderamente universal y eterna: la de los Poetas Olvidados.


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(*) Gregorio Gálvez (Concepción, 1964) es Magíster en Lingüística Hispánica, Universidad de Chile, además de poeta, narrador y ensayista. Editor de las antologías poéticas “Poesía Universal del Maule” (proyecto realizado con el aporte del Fondo Nacional del Libro y la Lectura, 2005) y “Los Ayeres de Poesía”. Desde el año 2006 reside en Barcelona, España.

miércoles, 26 de agosto de 2009

MARIA AYALA, TRABAJADORA SEXUAL Y POETA


MARIA AYALA, TRABAJADORA SEXUAL Y POETA


Por Gregorio Gálvez (*)


Su apellido es Ayala; su nombre, Maria (“No, no María —me aclaró ella misma la primera vez que nos vimos—, sino Maria, derechamente como Mario pero en femenino”. “Como ponerle faldas al nombre Mario”, añadió). Maria Ayala nació en 1960, en la comuna de Molina, cercana a Curicó, en Chile. Aunque por supuesto dama de modales (“Yo soy una tipa harto leída, bien leída”), suele hablar como piensa y defenestrar las palabras tal como vienen. Es prostituta. “Ponle que soy puta nomás”, me propuso. Lo es desde los veinticinco años, no obstante la suya no es la amohinante o tabacosa historia para feministas trasnochadas ni para machistas minuciosos: “A mí siempre me gustó el pene, desde cabra me gustaba más que el pico, lo que es de por sí una buena redundancia, pero también siempre me ha gustado la plata, aunque no me gusta la plata más que el pico. El caso es que yo a los huevones les cobro: el que me lo pone, paga. Antes de los veinticinco, no sé por qué, era más huevona y no cobraba, pero desde los veinticinco cobro sagradamente cada polvo. Nunca me he enamorado ni me enamoraré, me gusta el pico de los hombres más que los hombres. Y, ojo, soy bien hetero para mis cosas, no mezclo gatos con liebres.”

La conocí el año 2004, cuando realicé, dentro de un proyecto social con dineros estatales, un taller literario dirigido a trabajadoras sexuales. La personalidad de Maria Ayala destacó a partir del primer día. No empezó a escribir a raíz del taller, sino que lo hacía desde antes, desde los veinticinco (“Fíjate, a la misma edad empecé con el puterío y la literatura: ésas no son coincidencias, mijito”). Sus lecturas remiten a pocos pero buenos autores, principalmente chilenos: Carlos Pezoa Véliz, José Domingo Gómez Rojas, Pablo de Rocka, Carlos De Rocka (“Tremendo mino ese huevón”), Nicanor Parra, Enrique Lihn, Jorge Teillier (“No sé, pero a él le habría dado una cachita gratis”). La lista no incluye mujeres. “Ni siquiera la Gabriela Mistral o esa Bombal. Ya te dije que yo no mezclo gatos con liebres. Me gustan los picos hasta en su estética hecha poema”.

Al finalizar el taller, cuya duración fue de tres meses, dejamos de vernos. Hace poco, por un amigo que se atendió con ella, recibí noticias frescas y breves. Que todavía vive en Molina, que se mantiene bien, que sigue escribiendo y que lo caliente no se le quita. Que me mandó saludos afectuosos.

No creo que vuelva a Molina y dudo que nuestros caminos se vayan a cruzar en otro lugar; sin embargo, los recuerdos me llevan a la carpeta en que guardo lo poemas realizados por las alumnas prostitutas del "Taller Literario ¡Putas que hemos escrito!", nombre que a ellas les gustaba pero del que hubo que prescindir, debido a razones de cálculo político o, más bien, por no poner en riesgo el subsidio al proyecto. El gobierno puso el dinero, uno tiene que vivir y hay que ceñirse a ciertos márgenes de corrección. El nombre real del taller, entonces, fue más cándido, inofensivo, casto y relamido: "Taller Literario Renaciendo desde la Palabra"; ante él, el comentario de Maria Ayala fue siempre el mismo: “Harto huevón el nombrecito”.

De la carpeta, aparte de la grabación desde la que transcribo las palabras de Maria, selecciono el par de poemas que va a continuación.

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(*) Gregorio Gálvez (Concepción, 1964) es Magíster en Lingüística Hispánica, Universidad de Chile, además de poeta, narrador y ensayista. Editor de las antologías poéticas “Poesía Universal del Maule” (proyecto realizado con el aporte del Fondo Nacional del Libro y la Lectura, 2005) y “Los Ayeres de Poesía”. Desde el año 2006 reside en Barcelona, España.

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DOS POEMAS DE MARIA AYALA
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SALÍ DE LA PIEZA

Había pasado encerrada en la pieza por mucho tiempo.
No me acordaba de los árboles
ni de los quiltros
ni del kiosko de la esquina
ni de las nubes del cielo
ni de las piedritas del suelo. Ni de mí misma me acordaba.
Deprimida como una Nietzsche cualquiera,
casi loca como una Altazora
casi un caracol enrollado como una Trilza sin Trilce.
El mundo no me importaba (de nuevo).
Las vicisitudes de la vida se vertían en nada (otra vez).
Sólo fumar y pensar como un río viejo e impotente (así es).
Los pájaros tal vez volaban
como suelen hacerlo hasta ciertas horas del día
cuando el sol empieza a fondearse a la hora de la teleserie.
Un señor albino solía pasar por mis sueños
con una linterna en el pecho. Yo buscaba explicaciones:
tal vez fuera Jesús con una señal de alarma
pero Jesús no es albino, tiene el pelo largo y usa barba
y por último qué crestas le podía importar yo
una mujer encerrada sola en una pieza.
Un día no fue un viejo sino un joven albino
volando en un skate de láser.
Otro día no fue un joven sino un niño albino
cortando cilantro de un cielo estrellado.
Ciertamente no se trataba de Jesús pero de algo se trataba.
Pero no podía ser una alegoría.
Las alegorías son atroces
sobre todo cuando se disfrazan de señales misteriosas
o peor: de Poesía. Pero yo sabía que la Poesía
no es un viejo albino o un joven o un niño
aunque un niño albino o un joven o un viejo
sí pueden ser Poesía (la idea se oye atrozmente “linda
pero es así). Lo que no era así es el valor de una alegoría
con fondo albino. Pero algo había.
Un día (yo soñaba de día, por si no lo habían notado)
un día pasó un perro transparente
no un perro de cristal o de nylon
sino un perro así como de carne transparente
y le veía todo lo de adentro:
las tripas, la comida de perro, los órganos
y ese ratoncito con Síndrome de Déficit Atencional
que una apoda Alma.
El Alma del perro corría y giraba
en una rueda de sangre y venitas de madera.
Ya está bueno, me dije. Acá pasa algo.
Salí de la pieza. Fui al kiosko, miré al cielo,
pateé piedritas, ojeé quiltros y olí árboles.
A lo lejos, al fondo del pasaje
pasaba un trío de albinos.
A lo lejos un viejo, un joven y un niño albinos:
hermosos. Una imagen asombrosa de las montañas suizas.
Una imagen admirable de las novelas de Europa.
Una imagen preciosa de las huellas de un lobo.
Una imagen estupenda de los vivos en las calles.
Una imagen bella de la condición humana.
Eso era todo. De eso se trataba.

***
EL DEL BRAZO ORTOPÉDICO

Tenía un brazo ortopédico.
Lo único en el cuerpo que tenía ortopédico
pero era todo el brazo ortopédico.
“Uno así habría tenido el Cervantes” me decía.
Yo sólo oía a su sombra ortopédica
reptar por las paredes en forma de brazo que se mueve
ortopédicamente. Su brazo bueno
erguía una sombra de humo al elucubrar signos entre la noche y el pisco.
Su brazo bueno
no era tan bueno en las lides del amor
como su brazo ortopédico. No había cansancio en aquel brazo.
Aquella mano de fierrito no se cansaba. Ese tomarme la cintura
no se cansaba. La noche incansable entonces
parecía una entera noche ortopédica.
La noche una heroína
inyectada de heroína.
La luna y las estrellas
voyeristas del mundo, de la fatalidad de la gente
de la sobredosis de humanidad y ventanas
al otro lado de las cuales había gente sólo de carne y hueso
o gente como él con trozos ortopédicos
la luna y las estrellas que como que
parecían extinguirse como pulmones de poetas
como que como que
como hígados de poeta
que como corazones de poetas que
como que guatas de poetas
cual todo lo extinguible a la manera de un recuerdo exacto
de un segundo exacto del mar.
Los olores de la melancolía y el gozo
eran olorositos a nescafé con sacarina
y el del brazo ortopédico hacía sonar la cucharilla
como un puto francés en una taza ortopédica.
Su alma no era pues de carne y hueso
por lo menos no de manera indiscutible.
Ni los billetes que sagradamente
digo bien sagradamente
ponía sobre el velador, al lado mundial de mi cartera
esa abismo misterioso en que escondí hasta la imagen cursi
de una lágrima ardiendo en llamas a la manera de un Sagrado Corazón
u otra lágrima más rencorosa
atravesada por una pestaña al modo de un corazón corrupto de Cupido.
No lo recuerdo tanto a él como a su brazo ortopédico.
De los hombres sólo recuerdo partes:
soy como una Diosa Dios
que sólo evoca restos de los seres en que ha yacido.
Su brazo ortopédico se derrama en las paredes todavía
llenito
completamente pocho de sus sobras de sombras. Así se debe no amar
así hay que dejar que sólo fantasmas nos acometan a la vuelta de los días
así hay que irse tranquilita por la orilla
hipócritamente digna como la cara propia
que sólo conocemos por reflejo.

***

viernes, 21 de agosto de 2009

Bolaño again

Bolaño again


Periodista: —En una ocasión definió la sexualidad de la literatura. Como poeta, ¿qué tipo de homosexual es usted?
R. B.: —Maricón o, si acaso loca, como Whitman y Blake. Neruda y Paz, en cambio, son maricas.
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domingo, 16 de agosto de 2009

Agustín Gálvez: una entrevista necesaria


Agustín Gálvez: una entrevista necesaria


Agustín Gálvez es mi amigo, lo que por fortuna no le impide ser y hacer, además, cosas positivas en la vida. Es un tipo genial, ya lo hemos visto en este mismo blog. Es un Artista y, también, una buena persona, una Gran Persona; juntar en un sólo tío a una Gran Persona y un Artista es un milagro a agradecer, no sólo por su extrañeza, sino por lo que supone de vidas llegadas desde otros planetas. Lo quiero mucho, es uno de mis entrañables: uno de mis inmortales. A continuación les dejo una entrevista que le han hecho recientemente y a través de la cual sabrán más acerca suyo. Disfrútenla.



K. Ramone

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Agustín Gálvez, conductor de línea
“Siento un amor especial hacia Cuba, su música, sus canciones, su cultura”

Texto: Ángeles Rodríguez / Fotos: Pep Herrero

Agustín Gálvez Romeo es cantante, músico, actor, poeta… y conductor de autobús del CON de Ponent. Entró a formar parte de la plantilla de Transportes de Barcelona en el año 1987. Pero lo que más le apasiona es cantar. Tiene un disco grabado en el que canta a Calderón de la Barca, La vida es sueño, a ritmo de son montuno –una de las bases rítmicas de la música cubana–.


¿Cómo se lleva esto de conducir el bus y ser artista?

Me gusta conducir y relacionarme con el público que sube a mi autobús. Siempre hago servicios matinales, y el amanecer junto con el tráfico urbano en horas puntas –con su dureza–son también fuente de inspiración. Son muchos los fotogramas que capta nuestra retina en el transcurso de la jornada, y muchas improvisaciones, y decisiones… Todo eso curte, aunque no sólo para el escenario.



Y con raíces aragonesas. Mi madre, como la de Joan Manuel Serrat, era de Belchite, uno de los pueblos que tiene los recuerdos más desgarradores de la guerra civil. También viví un año en El Priorat, en el pueblo de la Vilella Baixa, haciendo de masovero. Ese año lo recuerdo con mucho cariño. Yo no sabía nada del campo y me enseñaron.

Leo tu currículum y es fascinante. Has sido actor de teatro y de cine; has participado en cortometrajes y largometrajes…





Sí, como te he comentado me gusta todo lo que está relacionado con el mundo de la interpretación y el espectáculo. Empecé a actuar con 7 años en el Teatro Arriaga de Bilbao tocando la bandurria; ahí ya empezó a despertarse el gusanillo por el mundo del espectáculo. En teatro he trabajado, desde el año 1974 hasta el 2002, en las obras Auto de fe, de Tenesse Williams; Aída, de Giuseppe Verdi; La bohème, de Giacomo Puccini, y Guerra y paz, de León Tolstói –como figurante en el Liceo de Barcelona–; Les hores fosques, de Roger Bernat; Espejismo y Las frutas de la pasión, de Anne Celine Auché, y Salomé, de Raúl Mena. En cine, desde el 2001 hasta el 2004, trabajé como actor en El hijo del conductor, de Mat Glass; El hombre que salía por las noches, de Manuel García Escudero; El viaje, de Ana Benito; Perdurabo, de Carlos Atanes, y La costa errante, de Claudio Fontán.



Veo que en televisión has colaborado en diferentes programas y canales.




Colaboré en Canal 25 Magazine como cantante y en Canal Català Tarragona como cantante de boleros, rapsoda y cantante travestida. En el año 2003 participé junto a otros dos compañeros conductores de autobús en el reportaje de Gran Angular (La 2) Desde el bus. En este reportaje, realizado por Marta Hincapié, se destacan las inquietudes artísticas de tres conductores de bus.

Pero lo tuyo es la música, cantar, interpretar y tocar el saxo. Tu currículum musical es vertiginoso.

Sí, adoro la música. He estudiado solfeo y saxo tenor. Durante un año, de 1983 a 1984, estuve tocando el saxo en solitario por las calles de Cádiz, Ámsterdam, Groningen, Hamburgo, Copenhague, Berna, Roma y Barcelona. De 1985 a 1987 toqué el saxo como tenor en diferentes orquestas y en la Coral de la Escola de Música Zeleste, dirigida por Rafael Subirats. Actualmente toco el saxo tenor en la Raval’s Band, una banda de vientos y percusión donde tocamos desde jazz a pasodobles, bandas sonoras de películas, musicales, etc. Al saxo toco jazz y latin jazz. Mis maestros y mis ídolos son, entre otros, Tete Montoliu, Horace Silver, Lester Bowie, Dexter Gordon, Johnny Griffin, George Coleman, Eddie Palmieri, Lester Young, Ben Webster, Wayne Shorter, Chano Domínguez, Gonzalo Rubalcaba, Jerry González, y muchos más.

Aparte de tocar el saxo, canto, adoro cantar. Yo no compongo, interpreto. Me gustan aquellas letras que cuentan una historia. He tenido grandes maestros como Serrat, Gato Pérez, Atahualpa Yupanqui, Cuba, Kiko Veneno, Violeta Parra, Rubén Blades, Chano Lobato, Ismael Rivera, Héctor Lavoe, Leonard Cohen, Bob Dylan, Lou Reed…

Y has cantado a Calderón de la Barca en La vida es sueño, a ritmo cubano, nada más y nada menos.

Sí. Es una idea mía y es el único disco que he grabado. Es un disco cantado a ritmo de música cubana, a ritmo de son montuno. El disco se ha podido realizar gracias a la colaboración de Arnau Vilardebó.

He leído que has realizado varias perfomances en la Marató d’Espectacles de Barcelona.



Del año 1990 a 1995 codirigí, junto a Arnau Vilardebó, cinco perfomances. En ellas trabajé como actor, cantante o tenor.

Por último, también has colaborado con TMB en algún acto.



Sí, en un acto de aniversario que se celebró en el Pueblo Español donde canté de ida y vuelta con el guitarrista húngaro Zsolt, y rock and roll. También publiqué en la revista Hora Punta una poesía, Oda a la rueda.


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miércoles, 12 de agosto de 2009

Raymond Carver: UNO MÁS


Raymond Carver:

UNO MÁS/ONE MORE

He acá la poesía tan característica de Carver, con sus temas reducidos a un tema (el ser humano en su más imperfecta humanidad), sus hazañas desde la pulcramente asqueante (muchas veces, muchas veces, tantas muchas veces) cotidianidad. Sus frases machacando, sus redundancias, sus repeticiones, esa aparente, sólo aparente, ausencia de "palabra poética": como si hubiera tal cosa, y como que sí la hay, porque todas las palabras son útiles para escribir un poema. Carver lo sabía; lo hacía a propósito y con ciertos propósitos, acaso por acentuar la soledad, el aislamiento, el silencio, la falta de mejores palabras para decir algo con simples palabras simples. Con respecto a la traducción, no voy a "hermosear" allí donde Carver quiso que hubiera tautología, pues las tautologías —como sabemos y es el caso del amigo Ray— pueden tener un tremendo valor expresivo, cosa que, después de "a rose is a rose is a rose" de la Stein, no admite discusión posible. Aunque a veces desde lo patético, la poesía mayor de Carver es una rosa es una rosa es una rosa.

K. Ramone

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UNO MÁS

Por Raymond Carver
(Translated into Spanish by K. Ramone)



Se levantó temprano, la mañana teñida de entusiasmo,
ansioso por estar frente al escritorio. Se sirvió tostadas y huevos, cigarrillos
y café, meditando todo el tiempo en el trabajo que venía, el arduo
sendero a través del bosque. El viento soplaba las nubes
en el cielo, haciendo vibrar las hojas que permanecían en las ramas
al otro lado de su ventana. Unos pocos días más y se habrán
ido, aquellas hojas. Había un poema allí, tal vez;
tendría que pensar en ello. Fue
a su escritorio, vaciló por un largo instante y tomó
lo que resultaba ser la decisión más importante
que había de asumir en todo el día, algo para lo que su imperfecta vida
lo había preparado. Apartó la carpeta de poemas...
uno en particular aún le daba vueltas después
del sueño agitado de la noche. (Pero, de verdad, ¿qué interesa uno más,
o menos? ¿Qué importa? La obra podía esperar un rato todavía,
¿verdad?). Tenía todo el amplio día a su disposición.
Mejor partir por lo más importante. Tenía que ocuparse de ciertos asuntos
de negocios, hasta algunas cuestiones familiares de las que debía librarse
hacía mucho. Se puso entonces manos a la obra. Trabajó duro todo el día... amor
y odio puestos en ello, una pequeña compasión (muy poca), algún
sentimiento de compañerismo, incluso desesperación y deleite.
Emergieron ráfagas ocasionales de ira, que luego
amainaron, mientras escribía cartas diciendo “sí” o “no”
o “depende”... explicando por qué, o por qué no, a personas
que no pertenecían en lo más mínimo a su vida, gente que nunca había visto o que nunca
vería. ¿Importaban? ¿Le importaban una mierda?
Algunas sí. Tomó también unas cuantas llamadas e hizo algunas otras,
las que a su vez le crearon la necesidad de hacer unas pocas más. Fulano de tal,
que no podía hablar ahora, prometía devolver la llamada al otro día.

Hacia la tarde, agotado y obviamente (aunque equivocado, por supuesto)
sintiendo que había realizado algo parecido a un honesto día de trabajo,
hizo un alto para inventariar y tomar nota del par de
llamadas que tendría que hacer a la mañana siguiente si
quería mantenerse al corriente de las cosas, si es que no quería
escribir todavía más cartas, lo cual no deseaba. Para entonces,
se le ocurrió, estaba harto de todos los asuntos, aunque continuó
de tal modo, terminando una última carta que debería haber sido
respondida hace semanas. Luego alzó la vista. Afuera era casi de noche.
El viento se había calmado. Y los árboles... estaban quietos ahora, casi
despojados de sus hojas. Pero, por fin, su escritorio estaba despejado,
si no fuera por esa carpeta de poemas que
lo ponía incómodo de sólo mirarla. La puso en un cajón, fuera
de su vista. Ese es un buen lugar, estaría segura allí y
él sabría exactamente dónde ir para posar su manos sobre ella cuando
tuviera ganas. ¡Mañana! Hoy había hecho todo lo que podía.
Aún tenía algunas llamadas que hacer,
olvidó quién se suponía que lo telefonearía, y había
unas cuantas notas que era necesario enviar debido a ciertas llamadas,
pero lo había hecho ahora, ¿no es cierto? Salió del embrollo.
El trabajo había culminado. Había hecho lo que tenía que hacer.
Lo que su responsabilidad le indicó que había de hacer. Había cumplido con su sentido
del deber y a nadie había decepcionado.

Pero en ese momento, sentado frente a su pulcro escritorio,
se hallaba vagamente molesto por la memoria de un poema que había querido
escribir esa mañana, y había aquel otro
que tampoco conseguía recobrar.

Así es la cosa. No mucho más necesita ser dicho en realidad. Qué
se puede decir en favor de un hombre que escoge chismorrear en el teléfono
todo el día o, si no, escribir estúpidas cartas
mientras deja ir sus poemas, desatendidos y desamparados,
abandonados...
o peor, sin intentarlos. Un tipo así no los merece
y no deberían dársele en forma alguna.
Sus poemas, si por casualidad saliera alguno más,
deberían ser comidos por los ratones.


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ONE MORE

By Raymond Carver

He arose early, the morning tinged with excitement,
eager to be at his desk. He had toast and eggs, cigarettes
and coffee, musing all the while on the work ahead, the hard
path through the forest. The wind blew clouds across
the sky, rattling the leaves that remained on the branches
outside his window. Another few days for them and they’d
be gone, those leaves. There was a poem there, maybe;
he’d have to give it some thought. He went to
his desk, hesitated for a long moment, and the made
what proved to be the most important decision
he’d make all day, something his entire flawed life
had prepared him for. He pushed aside the folder of poems —
one poem in particular still held him in its grip after
a restless night’s sleep. (But, really, what’s one more, or
less? So what? The work would keep for a while yet,
wouldn’t it?). He had the whole wide day opening before him.
Better to clear his decks first. He’d deal with a few items
of business, even some family matters he’d let go far
too long. So he got cracking. He worked hard all day —love
and hate getting into it, a little compassion (very little), some
fellow-feeling, even despair and joy.
There were occasional flashes of anger rising, then
subsiding, as he wrote letters, saying “yes” or “no” or “it
depends” —explaining why, or why not, to people out there
at the margin of his life or people he’d never seen and never
would see. Did they matter? Did hey give a damn?
Some did. He took some calls too, and made some others, which
in turn created the need to make a few more. So-and-so, being
unable to talk now, promised to call back next day.

Toward evening, worn out and clearly (but mistakenly, of course)
feeling he’d done something resembling and honest day’s work,
he stopped to take inventory and note the couple of
phone calls he’d have to make next morning if
he wanted to stay abreast of things, if he didn’t want to
write still more letters, which he didn’t. By now,
it occurred to him, he was sick of all business, but he went on
in this fashion, finishing one last letter that should have been
answered weeks ago. Then he looked up. It was nearly dark outside.
The wind had laid. And the trees —they were still now, nearly
stripped of their leaves. But, finally, his desk was clear,
if he didn’t count that folder of poems he was
uneasy just to look at. He put the folder in a drawer, out
of sight. That was a god place for it, it was safe there and
he’d know just where to go o lay his hands on it when he
felt like it. Tomorrow! He’d done everything he could do
today. There were still those few calls he’d have to make,
and he forgot who was supposed to call him, and there were a
few notes he was required due to a few of the calls,
but he had it made now, didn’t he? He was out of the woods.
He could call today a day. He’d done what he had to do.
What his duty told him he should do. He’d fulfilled his sense of
obligation and hadn’t disappointed anybody.

But at that moment, sitting there in front of his tidy desk,
he was vaguely nagged by the memory of a poem he’d wanted
to write that morning, and there was that other poem
he hadn’t gotten back to either.

So there it is. Nothing much else needs be said, really. What
can be said for a man who chooses to blab on the phone
all day, or else write stupid letters
while he lets his poems go unattended and uncared for,
abandoned —
or worse, unattempted. This man doesn’t deserve poems
and they shouldn’t be given to him in any form.
His poems, should he ever produce any more,
ought to be eaten by mice.


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martes, 11 de agosto de 2009

El Dinosaurio, de Monterroso


El Dinosaurio, de Monterroso

Monterroso's Dinosaur

Quería traducirlo, pero encuentro en Internet una versión estupenda en inglés. Es muy buena, además porque conserva las siete palabras del original. ¡Vamos!
KR


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Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

Upon awakening, the dinosaur was still there.


A. Monterroso


domingo, 9 de agosto de 2009

William Gaddis: Dostoievski


William Gaddis: Dostoievski


El más grande novelista de Rusia, así consideraba William Gaddis a Dostoievski. Y, todavía más, como para muchos de nosotros, Dostoievski podía ser para Gaddis el más grande novelista. Para mí, Gaddis es a Estados Unidos lo que Dostoievski a Rusia : el más grande. No es el más grande novelista del mundo, que ya sabemos es Dostoievski, pero sí de Estados Unidos de América y aun de América.


Cuando leemos a Gaddis, notamos que él transmitía desde otra dimensión. Probablemente, en tanto que mente asaz privilegiada, Gaddis fue un extraterrestre, la prueba fehaciente de presencia extraterrestre en la Tierra, por lo menos en la porción de planeta destinada a los novelistas. Aún no aparece, en la literatura a partir de la segunda mitad del siglo XX, un desafío y exploración en el abismo humano de la talla de Los Reconocimientos (1955), la primera novela publicada por el autor, viaje a ratos vomitivo y por lo tanto muchas veces cierto: ahí está la falsedad disfrazada de arte, algo que descree cada tanto de cualquier alucinación para adquirir la forma satírica de un espejo. El azogue no es, por supuesto, “extrañamente” contemporáneo; las implicaciones sobre casi todos los ámbitos de nuestra estadía social e individual son claras, y Gaddis es lo suficientemente hábil para ir más allá, es decir, para proyectar la falsedad desde el peso irrebatible de su autenticidad, sea ésta artística, política, económica, religiosa, sexual o asexual, en fin.

Esta semana he comenzado la lectura de Agapé Agape (2002), su novela póstuma. Se trata de la versión en inglés, que incluye “other writings”; entre esos “otros escritos” se halla Dostoievski, texto encargado a Gaddis en 1996, en el contexto del cumpleaños 175 del autor ruso. Me he permitido realizar la traducción que acompaño, dedicada a dos de mis más entrañables amigos, uno de ellos Bruno Montané, a quien debo la ansiada llegada de Agapé Agape a mis manos.

K. Ramone


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DOSTOIEVSKI

Por William Gaddis
Traducción de K. Ramone(*)

Aunque difícilmente alguien podría clasificar al autor de Crimen y Castigo, Los Hermanos Karamazov, y El Idiota como un escritor cómico, en la que probablemente sea la más oscura de sus novelas transidas de muerte, suicidio y locura, conspiración política e inocencia arrebatada, Fedor Dostoievski halla sitio en Los Poseídos para un mordaz retrato cómico de Turgeniev, una deliciosa parodia del Romanticismo alemán, hasta una rápida mirada a la muerte de un americano que ha legado sus huesos a la ciencia y “cuya piel se ha convertido en un tambor, de modo que el himno nacional americano puede ser tocado allí día y noche”. A cada oportunidad, el humor adquiere las dimensiones de la desarmonía, la incongruencia, el absurdo que señala la intrusión de lo irracional en lo confuso de los asuntos humanos.

El demonio, como se dice, está en los detalles: en una temprana escena en que son presentados dos de los principales personajes de la novela, la rica y autoritaria Varvara Petrovna Stavrogin, asediada por todos los flancos por vidas sin aspiraciones y almas a la deriva en medio de la confusión y las opciones erradas, estalla sobre su desventurado protegido, el envejecido esteta Stepan Verjovensky, con estas palabras:

—Estás solo; me alegro; no soporto a tus amigos. ¡Pero cómo fumas! ¡Vaya una atmósfera! No has terminado el té de la mañana y son casi las doce del día. Esta es tu idea de la dicha... ¡el desorden! Te solazas en la mugre. ¿Qué es ese papel roto en el piso? —se deja llevar por un torrente de abuso—. Abre la ventana, los postigos, las puertas, abre todo de par en par. E iremos al salón. He venido a verte por un asunto importante...—y una vez allí—: Tienes un salón deplorable —continuó—, deberías haberlo reparado. ¿Que no te envié un empapelador con modelos? ¿Por qué no escogiste uno? Siéntate y escucha.

El demonio que persigue con tanta inquina es, por supuesto, este desorden, no menos una obsesión de ella que lo que había devenido para Dostoievski mismo.

Ya bien entrado en la mediana edad, atormentado por la enfermedad, la pobreza, las deudas, y alejado del país natal que cargaba con su radical juventud, la prisión y Siberia, se había establecido en Dresden para escribir esta novela que implicaba a aquella juvenil visión de la Utopía socialista con el ruinoso desorden y el culto al Nihilismo en que había resultado.

Aunque es bastante usual que un joven radical se torne conservador con la edad, nada hay de lugar común en la conversión de Dostoievski. La persiguió tan apasionadamente como a la fiebre del juego que dominó su vida, una vida que ahora descubría insoportable, a merced de un desordenado universo, un desorden amenazando los cimientos mismos de una Rusia que descansaba en los Absolutos de la Iglesia Ortodoxa y la mano de un Dios inescrutable, en donde él buscó refugio.

Erigido como el profeta de la agitación revolucionaria que convulsionó a Rusia en 1905-6 y de nuevo en 1917, Dostoievski puede ser apreciado hoy en día desde los aun más vastos términos de lo profético de nuestro propio tiempo, donde el gobierno autoritario y la imposición de la ley y el orden conllevan el germen del fascismo, donde el fundamentalismo investido de religión revelada lucha contra lo irracional en la colisión entre un mundo de Absolutos y un universo contingente, abrazando diferencia y discontinuidad, contradicción, discordia, ambigüedad, ironía y paradoja, perversidad, opacidad, anarquía y caos, en una disciplina académica dignificada con la etiqueta griega de aporia, el reino contra el cual Dostoievski luchó con toda la frenética energía de los memorables personajes que creó.

“Esta es tu idea de la dicha... ¡el desorden!”, había espetado Varvara Petrovna en su implacable batalla contra el demonio incubado por la desidia y el descuido dondequiera que mirara, manipulando las vidas en torno a ella desde la tiranía de la riqueza, como cuando un “asunto importante” la conducía a la puerta de su desdichado protegido. “Esta feliz ocurrencia me vino en Suiza”, explicó a Stepan Verjovensky, informándole de su “arreglo” para casarlo con una chica de veinte años, poniendo la misma intensidad que había conferido a la redecoración del miserable salón, hasta el momento en que todos sus esfuerzos por imponer orden fueran disueltos en el desorden general que la circundaba, en donde como un matrimonio y un papel mural, cada cosa podría igualar a todo lo demás en una última visión del caos, y la descomposición del significado en la progresiva entropía que lentamente todo lo silencia, dejándole al menos la oportunidad de rematar con: “¡Eres un idiota, un idiota! Todos ustedes son unos idiotas malagradecidos. ¡Dame mi paraguas
!”

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(*) Dedicada, en orden alfabético, a Agustín Gálvez y Bruno Montané. KR



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viernes, 7 de agosto de 2009

Chekhov —Ashes (Chéjov: cenizas)

CHEKHOV —ASHES
(Chéjov: cenizas)

"You could write a story about this ashtray, for example, and a man and a woman. But the man and the woman are always the two poles of your story. The North Pole and the South. Every Story has these two poles —he and she."


A. P. Chekhov
(Quoted by Raymond Carver)
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"Podrías escribir una historia sobre este cenicero, por ejemplo, y un hombre y una mujer. Pero el hombre y la mujer siempre son los dos polos de tu historia. El Polo Norte y el Sur. Cada historia tiene estos dos polos: él y ella."


A. P. Chéjov
(Citado por Raymond Carver)
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Translated into Spanish by KR

miércoles, 5 de agosto de 2009

Wilde & Bolaño: on Poets and their powers of endurance

WILDE & BOLAÑO:
SOBRE POETAS Y SU CAPACIDAD DE RESISTENCIA
Wilde & Bolaño: on Poets and their powers of endurance


"Un poeta lo puede soportar todo. Lo que equivale a decir que un hombre lo puede soportar todo. Pero no es verdad: son pocas las cosas que un hombre puede soportar. Soportar de verdad. Un poeta, en cambio, lo puede soportar todo."

Roberto Bolaño

"A poet can endure anything. Which amounts to saying that a human being can endure anything. But that's not true: there are obviously limits to what a human being can endure. Really endure. A poet, on the other hand, can endure anything." (Traducción al inglés de Chris Andrews)


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"A poet can survive everything but a misprint."

Oscar Wilde


"Un poeta puede sobrevivir a todo, excepto a una errata." (Traducción al español de KR)




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