La noche es disciplinadamente insomne y hay un mundo goteado de mundos que la habita.
Los terminales de buses son mundos goteados como suero amargo y triste y bullicioso en las venas negras del mundo
sus códigos de fracaso, sus estilos de gente rumbo a la muerte, sus argumentos de fuerza como pájaros atravesados por la palabra suelo
lo mismo que las cárceles
donde mujeres y hombres esperan, esperan algo, esperan, esperan algo.
Los perros que viven en los terminales se comportan más educadamente que esas criaturas agredidas por una condición, la de seres humanos,
nombre a veces inmerecido por ser demasiado digo yo
digo yo merecido a veces por ser demasiado.
Llegan algunos de esos seres a dormir.
Pero yo opto por (intentar) mantenerme despierto.
Me pregunto ¿puede alguien realmente mantenerse despierto?
Me pregunto ¿puede alguien mantenerse realmente despierto en este mundo?
Me pregunto, y es esto lo que me pregunto,
¿puede alguien mantenerse despierto en este mundo realmente?
Veo rostros atados de pies y manos a las caras.
Es probable, me digo, que alguno de ellos sea escritor. Qué terrible
qué terrible
qué terrible es todo, ¿verdad?
Repítelo:
Es probable, me digo, que alguno de ellos sea escritor
y se encuentre escribiendo la Bitácora de Viaje a una Ciudad en Ruinas.
Un alto en el camino, un alto en realidad
en el largo pasillo que contiene los andenes de este terminal de buses:
Jünger, Ernst Jünger, el soldado que vivió muchos años y escribía,
recorrió seguramente muchas ciudades y un sinfín de pequeños pueblos arrasados por las bombas, convertidos en escombros,
hediendo a cadáveres esparcidos
o apilados en espera del lanzallamas que los incineraría. Ahora
Jünger soy yo.
Ahora, soy yo el que corona el racimo invertido de cadáveres desojados ojo a ojo por los buitres
y deshojados al modo de árboles colgando cabeza abajo
con las raíces enganchadas al reverso del suelo. Lo que veo arder ahora
es la misma llama que recién empieza a arder mañana. Entre los árboles chamuscados en la noche
entre los árboles del bosque chamuscado en que los años convirtieron a este terminal
entre los pedazos chamuscados de árboles que es lo único en pie después de que todo pereciera
en medio de los negros chamuscados cadáveres de árboles crecidos y luego muertos
después de muertos todos los terminales de buses del mundo
entre lo que queda ahora
estoy quedando yo o mi fantasma o qué sé yo
pues uno que es fantasma desde siempre no sabe cuándo se empieza a ser fantasma
vigilando el atardecer de los últimos minutos del planeta.
Un bus, viene un bus.
Ahí me veo, estoy descendiendo. Me miro, me reconozco, lo que significa que percibo
que no soy Borges, que el sólo hecho de mirarme cara a cara lo demuestra.
Un bus, viene un bus.
Ahí me veo, estoy descendiendo lentamente desde el último bus.
Un bus, viene un bus.
Ahí me veo, estoy descendiendo de nada
porque ya lo había dicho
acá sólo hay árboles chamuscados en el atardecer de Curicó
el constante atardecer de los últimos minutos del planeta.
K. Ramone. Diciembre, 2007
(Este poema pertenece al libro Los Escombros de un Actor Porno, Ed. LAR, 2009)
Los terminales de buses son mundos goteados como suero amargo y triste y bullicioso en las venas negras del mundo
sus códigos de fracaso, sus estilos de gente rumbo a la muerte, sus argumentos de fuerza como pájaros atravesados por la palabra suelo
lo mismo que las cárceles
donde mujeres y hombres esperan, esperan algo, esperan, esperan algo.
Los perros que viven en los terminales se comportan más educadamente que esas criaturas agredidas por una condición, la de seres humanos,
nombre a veces inmerecido por ser demasiado digo yo
digo yo merecido a veces por ser demasiado.
Llegan algunos de esos seres a dormir.
Pero yo opto por (intentar) mantenerme despierto.
Me pregunto ¿puede alguien realmente mantenerse despierto?
Me pregunto ¿puede alguien mantenerse realmente despierto en este mundo?
Me pregunto, y es esto lo que me pregunto,
¿puede alguien mantenerse despierto en este mundo realmente?
Veo rostros atados de pies y manos a las caras.
Es probable, me digo, que alguno de ellos sea escritor. Qué terrible
qué terrible
qué terrible es todo, ¿verdad?
Repítelo:
Es probable, me digo, que alguno de ellos sea escritor
y se encuentre escribiendo la Bitácora de Viaje a una Ciudad en Ruinas.
Un alto en el camino, un alto en realidad
en el largo pasillo que contiene los andenes de este terminal de buses:
Jünger, Ernst Jünger, el soldado que vivió muchos años y escribía,
recorrió seguramente muchas ciudades y un sinfín de pequeños pueblos arrasados por las bombas, convertidos en escombros,
hediendo a cadáveres esparcidos
o apilados en espera del lanzallamas que los incineraría. Ahora
Jünger soy yo.
Ahora, soy yo el que corona el racimo invertido de cadáveres desojados ojo a ojo por los buitres
y deshojados al modo de árboles colgando cabeza abajo
con las raíces enganchadas al reverso del suelo. Lo que veo arder ahora
es la misma llama que recién empieza a arder mañana. Entre los árboles chamuscados en la noche
entre los árboles del bosque chamuscado en que los años convirtieron a este terminal
entre los pedazos chamuscados de árboles que es lo único en pie después de que todo pereciera
en medio de los negros chamuscados cadáveres de árboles crecidos y luego muertos
después de muertos todos los terminales de buses del mundo
entre lo que queda ahora
estoy quedando yo o mi fantasma o qué sé yo
pues uno que es fantasma desde siempre no sabe cuándo se empieza a ser fantasma
vigilando el atardecer de los últimos minutos del planeta.
Un bus, viene un bus.
Ahí me veo, estoy descendiendo. Me miro, me reconozco, lo que significa que percibo
que no soy Borges, que el sólo hecho de mirarme cara a cara lo demuestra.
Un bus, viene un bus.
Ahí me veo, estoy descendiendo lentamente desde el último bus.
Un bus, viene un bus.
Ahí me veo, estoy descendiendo de nada
porque ya lo había dicho
acá sólo hay árboles chamuscados en el atardecer de Curicó
el constante atardecer de los últimos minutos del planeta.
K. Ramone. Diciembre, 2007
(Este poema pertenece al libro Los Escombros de un Actor Porno, Ed. LAR, 2009)
6 comentarios:
Que buen paseo por los olores de la derrota,cada ciudad vive en silencio su derrota, tambièn se prepara para tantas otras que vendrán. Tan odioso regreso al punto de partida, a la inmolación de la propia muerte que muere y reina en los espejos de la ciudad...
Buen paseo y no olvido mi camisa amarilla adornada de frios abalorios parcido a la plata.
saludos Kato Ramone & Cía.
attos
Trapelakucho Kanapé
Gracias por tu generoso comentario. Ojalá sigas visitando nuestro blog, pues con Ramona nos interesa llegar a todos, pero más si los "todos" son lectores atentos. Kato Ramone & la Ramona.
Estimado Katísimo,
No dejo de visitar este ilumninado rincón oscuro. No dejo de asombrarme de cada detalle y con maravilloso contenido literario. Un excelente trabajo amigo Kato, digno de su capaz y erguida figura: esto es literatura.
En cuanto al barquichuelo que llevamos a duras penas, es mi deseo que sobrepase la tormenta, tal vez, tenga que ahogar necesariamente a la tripulación y salvar el barco...
Ese dicho de " capitán se hunde con su barco..." ya no rige...
un abrazo para udes.
Navero
¿puede alguien mantenerse despierto en este mundo realmente?
¿Puede alguien dormirse en este mundo realmente?
¡ay! poeta,no hay ruido más maldito y enloquecedor como gotera contínua, que el de las preguntas.
Cuando uno quiere volver y leerlo otra vez, es seguro que algunas voces nos atraparon a mansalva y no nos soltarán, hasta que volvamos por ellas.
Nada que decir poeta, su pluma, es digna de inclinarse.
Sylvia o Shyvy aplauden
Eso es lo que también me pregunto: "¿puede alguien mantenerse realmente despierto en este mundo?".
Ya era hora de que Lorca, pasando por NY, llegara y se redimiera en un Curicó en ruinas, ahí se encontró con el fantasma de De Rokha, los dos han conversado con Sísifo y luego los tres juntos han decidido firmar como Enomar Otak.
Un abrazo, pero grande
Thanks a lot, mi Kerido Brujo Montanares por tu comentario tan generoso.
Enomar Otak
Ramo Katone
Kato Ramone
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