UNOS POEMAS DE RAYMOND CARVER (May 25, 1938-August 2, 1988)
La suave lluvia
tras la ventana, para empezar.
Este cigarrillo entre mis dedos,
estos pies sobre el sofá.
El tenue sonido del rock and roll,
el rojo Ferrari en mi cabeza.
La mujer ebria
dando tumbos por la cocina...
Ponlo todo,
úsalo.
SIMPLE
Un cambio en las nubes. El azul perfil de las montañas.
El oscuro amarillo de los campos.
Río negro. ¿Qué estoy haciendo aquí,
solo y lleno de remordimientos?
Sigo despreocupadamente comiendo del tazón
de frambuesas. Si estuviera muerto,
me recuerdo a mí mismo, no estaría
comiéndolas. No es tan simple.
Es así de sencillo.
Un cambio en las nubes. El azul perfil de las montañas.
El oscuro amarillo de los campos.
Río negro. ¿Qué estoy haciendo aquí,
solo y lleno de remordimientos?
Sigo despreocupadamente comiendo del tazón
de frambuesas. Si estuviera muerto,
me recuerdo a mí mismo, no estaría
comiéndolas. No es tan simple.
Es así de sencillo.
FELICIDAD
Tan temprano todavía está un poco oscuro afuera.
Estoy cerca de la ventana con un café,
y las normales cosas que de madrugada
pasan por la mente
cuando veo al chico y su amigo
caminando calle arriba
para repartir el periódico.
Visten gorros y suéteres,
y uno de los chicos lleva en su hombro un bolso.
Son tan felices
que nada dicen, estos chicos.
Pienso que si pudieran, se tomarían
uno al otro del brazo.
Es temprano en la mañana,
y están haciendo esto al mismo tiempo.
Vienen, lentamente.
El cielo está aclarando,
aunque la luna aún se cierne pálida sobre el agua.
Belleza tal que por un minuto
la muerte y la ambición, incluso el amor,
no participan de esto.
Felicidad. Aparece
inesperadamente. Y realmente se aventura más allá:
cualquier madrugada habla de ello.
Tan temprano todavía está un poco oscuro afuera.
Estoy cerca de la ventana con un café,
y las normales cosas que de madrugada
pasan por la mente
cuando veo al chico y su amigo
caminando calle arriba
para repartir el periódico.
Visten gorros y suéteres,
y uno de los chicos lleva en su hombro un bolso.
Son tan felices
que nada dicen, estos chicos.
Pienso que si pudieran, se tomarían
uno al otro del brazo.
Es temprano en la mañana,
y están haciendo esto al mismo tiempo.
Vienen, lentamente.
El cielo está aclarando,
aunque la luna aún se cierne pálida sobre el agua.
Belleza tal que por un minuto
la muerte y la ambición, incluso el amor,
no participan de esto.
Felicidad. Aparece
inesperadamente. Y realmente se aventura más allá:
cualquier madrugada habla de ello.
MI CUERVO
Un cuervo voló hacia el árbol tras mi ventana.
No era el cuervo de Ted Hughes ni el cuervo de Galway,
No era el cuervo de Ted Hughes ni el cuervo de Galway,
ni de Frost, ni de Pasternak, ni el cuervo de Lorca.
O uno de los cuervos de Homero, lleno de sangre derramada,
después de la batalla. Este era sólo un cuervo,
que nunca en su vida calzó en algún lado
o hizo algo digno de mencionarse.
o hizo algo digno de mencionarse.
Se posó en la rama por algunos minutos.
Luego se reincorporó y voló hermosamente
fuera de mi vida.
ESTA MAÑANA
Esta mañana fue estupenda. Un poco de nieve
depositada en el suelo. El sol flotaba en un claro
cielo azul. El mar estaba azul, y verde-azul,
hasta donde el ojo podía ver.
Apenas una ondulación. Calma. Me vestí y salí
a dar un paseo, decidido a no regresar
hasta absorber lo que la Naturaleza tenía para ofrecer.
Pasé junto unos viejos, inclinados árboles.
Crucé un campo esparcido de piedras
donde se había acumulado nieve. Seguí avanzando
hasta que alcancé el acantilado.
Desde allí contemplé el mar y el cielo
y las gaviotas girando por encima de la blanca playa
abajo en la distancia. Todo estupendo. Todo bañado en una pura
y fresca luz. Pero, como es usual, mis pensamientos
comenzaron a vagar. Tuve que esforzarme
para ver lo que estaba viendo
y nada más. Tuve que decirme que esto es
lo que importaba, no lo otro. (¡Y lo vi,
por un minuto o dos!) Por un minuto o dos
se fueron de golpe las habituales reflexiones sobre
lo que estaba bien y lo que estaba mal: deber,
recuerdos sensibles, pensamientos de muerte, cómo debería tratar
recuerdos sensibles, pensamientos de muerte, cómo debería tratar
con mi ex mujer. Todas las cosas
que esperaba se fueran esta mañana.
Lo que soporto cada día. Lo que
he pisoteado para mantenerme vivo.
Pero por un minuto o dos me olvidé
de mí mismo y todo lo demás. Sé que lo hice.
Para cuando regresé no sabía
dónde estaba. Hasta que unos pájaros se elevaron
desde los árboles nudosos. Y volaron
en la dirección en que yo necesitaba estar yendo.
EL MEJOR MOMENTO DEL DÍA
Frescas noches de verano.
Ventanas abiertas
Faroles ardientes.
Fruta en el bol.
Y tu cabeza en mi hombro.
Estos son los instantes más felices del día.
Junto con la madrugada,
por supuesto. Y el momento
justo antes del almuerzo.
Y la tarde, y
la hora en que oscurece.
Pero amo
estas noches de verano.
Incluso más, pienso,
que aquellos otros momentos.
El trabajo terminado por el día.
Y nadie que pueda alcanzarnos ahora.
Ni nunca.
4 comentarios:
Estimado Kato, como siempre usted no se aparta de su línea editorial y nos sigue entregando y mostrando nuevos poetas, gracias y felicitaciones por su esfuerzo,
Gracias, gracias, por la visita y el comentario.
KR
Estimado Mr. cada vez que visito su página me asombro y corro como un niño feliz detrás de las palabras que vuelan caprichosas por su ventana.
Que quiere que le diga, Caver, el mismisimo Carver nos sigue desde el lugar en que se encuentre. Un culto, de culto, cultamente acertado.
Felicitaciones por su aporte a este piduquense tumulto que mira hacia abajo.
Cala Mares
Gracias estimado Kato. He vuelto una y otra vez a leerlos. Me encantó su cotidiana sencillez.
"Estos son los instantes más felices del día."
Un abrazo querido amigo.
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