lunes, 24 de diciembre de 2007

OMAR LARA, HABITANTE DE PORTOCALIU, POETA MAYOR



Para este blog es un honor poder, a modo de sencillo, pobre, pero sincero homenaje, dedicar esta semana a Omar Lara, un poeta mayor, reciente ganador del Premio Casa de América de Poesía Americana, Madrid 2007, y Premio Internacional de Poesía/Trieste, Italia 2007. Nacido en la zona de Nueva Imperial en 1941, es un maduro joven poeta. Podríamos hablar horas sobre Omar Lara y, estamos ciertos, faltaría tiempo, espacio, adjetivos para calificarlo y ponderarlo en su justa medida. En 1964 funda el Grupo Trilce de Poesía, uno de los hitos en la historia de la poesía chilena, y la Revista Trilce, que ya va en su tercera hermosa época.
Ha publicado, entre una larga lista, los libros de poemas: Argumento del día (1964); Los Enemigos (1967); Serpientes (1974); El viajero imperfecto (1979); Fugar con juego (1984); Jugada Maestra (1998); Vida probable (1999) y Bienvenidas calles del Perú (2001), Voces de Portocaliu (2003), Papeles de Harek Ayun (2007).


Otras distinciones recibidas por Omar son: Premio Concurso de Poesía, I. Municipalidad de Valdivia, 1967 y 1969; Premio Cuento Concurso Zona Sur, U. Austral, Valdivia, 1969; Primer Premio Poesía Concurso Zona Sur U. Austral, Valdivia 1969; Premio Municipal de Extensión Cultural, Valdivia, 1972; Premio de Poesía Casa de las Américas, La Habana, 1975; Premio Internacional Fernando Rielo, por traducción de El Ecuador y los Polos, poemas de Marin Sorescu, Madrid, 1983; Beca de Creación de la Fundación Guggenheim, 1983; Premio Municipal de Arte, Concepción, 1992; Diploma de reconocimiento como Director de la Revista TRILCE, Universidad Mayor, Santiago, febrero de 1999; Medalla Mihai Eminescu, Rumanía, 2001 (la más alta condecoración cultural para extranjeros que concede el gobierno rumano); Medalla Presidencial Centenario Pablo Neruda, 2004; Premio Regional de Artes Literarias "Baldomero Lillo", Concepción, 2004; Premio de la Sociedad de Escritores de Chile como Director de la Revista Trilce, 2006; Primer Premio Concurso Nacional de Poesía Fernando Santiván. Valdivia, 2007.
Hablamos de un gran poeta chileno que, al parecer (producto de una mediocre característica de la historia literaria de este país), ha sido mejor valorado en el extranjero. Sin embargo, goza del respeto de sus pares, de los lectores que saben valorar una poesía de peso, trascendente, no peregrina ni basada en el efectismo.
Omar Lara, que conoció cárcel y exilio, que es profundamente humanista y solidario, es además un constante promotor y gestor de actividades culturales. Es, Omar, por sobre todas las cosas, un hombre bueno, una persona hermosa. Eso, además de las literaturas y de la literatura, es un regalo de inconmensurable valor para quienes tenemos el gusto de conocerlo.
Disfruten el video en que Omar lee su emblemático Encuentro en Portocaliu (sin duda uno de los mejores poemas en lengua castellana de todos los tiempos) y los demás trabajos que hemos seleccionado.





Festival de poesía, Medellín.



ENCUENTRO EN PORTOCALIU

En ese tiempo yo corría detrás de una sombra.
Desde el décimo piso en el barrio de Drumul Taberei
yo miraba a través de una niebla caliente,
a través de una humedad humosa,
a través de las reverberaciones de agosto
una figura venía caminando
desde la parada de autobuses.
Una figura parecía dirigirse hacia mí,
yo la veía perfectamente desde el décimo piso
en el barrio de Drumul Taberei:
era la odiada figura conocida,
su aborrecible rostro estaba ahí y su pelo
que el sol no incendiaba y con él todo su cuerpo.
Yo miraba petrificado la escena,
los indolentes pasos y su entorno:
árboles, cosas en movimiento, el asfalto que el sol ondulaba.
Yo miraba esa escena con su centro precioso...


En esos tiempos yo escribía un poema titulado
"Encuentro en Portocaliu",
era necesario encontrarme rápidamente
porque -pensaba yo- ¿la poesía para qué puede
servir sino para encontrarse?
Eso fue después de escribir muchas cartas
preguntando
¿dónde estoy? Nadie sabía donde estaba
y no podían decírmelo,
de modo que empecé a decir a diestra y siniestra
protégeme con algo el corazón.


Protégeme con algo el corazón
seguía repitiendo
y como no me entendían
empecé a escribir unos poemitas insidiosos
relativos al río Dimbovitza,
relativos a la columna del infinito,
relativos al plan quinquenal.
Hasta que un día en Portocaliu.


Un día en Portocaliu
(en Portocaliu hay un sol amarillo como cáscara de naranja)
una tarde en Portocaliu
(en Portocaliu hay unos grandes pájaros con dos patas
larguísimas y picos en forma de corazón)
una noche en Portocaliu
(estaba escrito que no te encontraría
en Portocaliu
pero guardo el recuerdo de esa espera y huellas
de picotazos en forma de corazón).
***
LA PRIMAVERA DE CHILE

Vengo de la primavera de Chile.
Por entre las rejas de las cárceles
se ve el verde magnífico.
El campo está cubierto de margaritas
y en las tardes el río es una maravilla
que se estira hacia el mar, lleno de luces
agotándose entre los sauces y las sombras.
En los campos los manzanos floridos.
En los potreros la alfalfa jugosa.

Ah la primavera de Chile.

Vi a varios amigos míos
bajo el suave sol de noviembre
y los vi por última vez.
Los asesinaban en el alba
cuando el amante furtivo
se despide entre los cerezos.
Los asesinaban en el crepúsculo
cuando el aroma del aromo
se disemina entre la sombra.

Ay la primavera de Chile.
***
COMO UN NIÑO DE NADIE

Parece que te sigo como un niño de nadie
por las orillas de ese mar casi muerto
con la sospecha de que el mar eres tú
el descanso, la paz,
la invitación sin fondo.


Yo te veo como si fueras un recuerdo
un recuerdo de nadie
para un niño de nadie.
***



ESTE SILENCIO

Este silencio no nos pertenece
nadie ha deseado este silencio
nadie ha pedido este silencio
este silencio se equivocó de mesa
se equivocó de miedo
se equivocó de dolor.

***

TOQUE DE QUEDA

Quédate
Le dije
Y
La toqué.

***

sábado, 22 de diciembre de 2007

BITÁCORA DE VIAJE A LA CIUDAD DE CURICÓ EN RUINAS




La noche es disciplinadamente insomne y hay un mundo goteado de mundos que la habita.
Los terminales de buses son mundos goteados como suero amargo y triste y bullicioso en las venas negras del mundo
sus códigos de fracaso, sus estilos de gente rumbo a la muerte, sus argumentos de fuerza como pájaros atravesados por la palabra suelo
lo mismo que las cárceles
donde mujeres y hombres esperan, esperan algo, esperan, esperan algo.
Los perros que viven en los terminales se comportan más educadamente que esas criaturas agredidas por una condición, la de seres humanos,
nombre a veces inmerecido por ser demasiado digo yo
digo yo merecido a veces por ser demasiado.
Llegan algunos de esos seres a dormir.
Pero yo opto por (intentar) mantenerme despierto.
Me pregunto ¿puede alguien realmente mantenerse despierto?
Me pregunto ¿puede alguien mantenerse realmente despierto en este mundo?
Me pregunto, y es esto lo que me pregunto,
¿puede alguien mantenerse despierto en este mundo realmente?
Veo rostros atados de pies y manos a las caras.
Es probable, me digo, que alguno de ellos sea escritor. Qué terrible
qué terrible
qué terrible es todo, ¿verdad?
Repítelo:
Es probable, me digo, que alguno de ellos sea escritor
y se encuentre escribiendo la Bitácora de Viaje a una Ciudad en Ruinas.
Un alto en el camino, un alto en realidad
en el largo pasillo que contiene los andenes de este terminal de buses:
Jünger, Ernst Jünger, el soldado que vivió muchos años y escribía,
recorrió seguramente muchas ciudades y un sinfín de pequeños pueblos arrasados por las bombas, convertidos en escombros,
hediendo a cadáveres esparcidos
o apilados en espera del lanzallamas que los incineraría. Ahora
Jünger soy yo.
Ahora, soy yo el que corona el racimo invertido de cadáveres desojados ojo a ojo por los buitres
y deshojados al modo de árboles colgando cabeza abajo
con las raíces enganchadas al reverso del suelo. Lo que veo arder ahora
es la misma llama que recién empieza a arder mañana. Entre los árboles chamuscados en la noche
entre los árboles del bosque chamuscado en que los años convirtieron a este terminal
entre los pedazos chamuscados de árboles que es lo único en pie después de que todo pereciera
en medio de los negros chamuscados cadáveres de árboles crecidos y luego muertos
después de muertos todos los terminales de buses del mundo
entre lo que queda ahora
estoy quedando yo o mi fantasma o qué sé yo
pues uno que es fantasma desde siempre no sabe cuándo se empieza a ser fantasma
vigilando el atardecer de los últimos minutos del planeta.
Un bus, viene un bus.
Ahí me veo, estoy descendiendo. Me miro, me reconozco, lo que significa que percibo
que no soy Borges, que el sólo hecho de mirarme cara a cara lo demuestra.
Un bus, viene un bus.
Ahí me veo, estoy descendiendo lentamente desde el último bus.
Un bus, viene un bus.
Ahí me veo, estoy descendiendo de nada
porque ya lo había dicho
acá sólo hay árboles chamuscados en el atardecer de Curicó
el constante atardecer de los últimos minutos del planeta.

K. Ramone. Diciembre, 2007
(Este poema pertenece al libro Los Escombros de un Actor Porno, Ed. LAR, 2009)

jueves, 13 de diciembre de 2007

"EL PADRE" (otro breve gran cuento de Raymond Carver)

Este cuento es bastante breve y bastante bueno como para alargar una pesada introducción. Digamos sólo que la versión que leerán también nos pertenece y, al igual que que con Mecánica Popular, hemos procurado hacerla más fiel o más digna del tono, ritmo y tipo de construcción de frases de Carver. La traducción de Anagrama tiene el no menor menor mérito de haber traído a Carver a nuestro idioma, y eso por sí mismo se agradece (como hay que agradecer la mayoría de las ediciones de esa casa editorial); sin embargo, aunque correctas, sus traducciones no se condicen siempre con la forma de contar, de armar la línea, de Raymond Carver.

Vamos al cuento, hacia la atmósfera carveriana.



EL PADRE
por Raymond Carver

El bebé estaba en una cuna junto a la cama, vestido con gorro blanco y un pilucho. La cuna había sido pintada recientemente, atada con cintas azul cielo y acolchada con un cubrecama azul. Las tres hermanitas y la madre, que se había levantado recién y aún no despertaba por completo, y la abuela, rodeaban todas al bebé, viendo cómo miraba fijamente y a ratos llevaba su puño a la boca. No sonreía ni reía, pero de vez en cuando pestañeaba y sacaba y metía la lengua a través de sus labios cuando una de las niñas le pasaba la mano por la barbilla.
El padre estaba en la cocina y podía oírlas jugando con el bebé.
— ¿A quién quieres tú, bebé? —dijo Phyllis y le hizo cosquillas en la barbilla.
— Él nos quiere a todos —dijo—, pero a quien en realidad quiere es a papá, ¡porque papá es un niño también!
La abuela se sentó sobre el borde de la cama y dijo:
— ¡Miren su bracito! Tan gordo. ¡Y esos deditos! Como los de su madre.
— ¿No es encantador? —dijo la madre—. Tan sano, mi niñito —y se inclinó sobre la cuna, besó al bebé en la frente y tocó la frazada sobre su brazo—. Nosotros también te amamos.
— ¿Pero a quién se parece, a quién se parece? —gritó Alice, y todas se acercaron alrededor de la cuna a ver a quién se parecía el bebé.
— Tiene bonitos ojos —dijo Carol.
— Todos los bebés tienen bonitos ojos —dijo Phyllis.
— Tiene los labios de su abuelo —dijo la abuela—. Miren esos labios.
— No sé —dijo la madre—. No podría decirlo.
— ¡La nariz! ¡La nariz! —gritó Alice.
— ¿Qué pasa con la nariz? —preguntó la madre.
— Parece como la nariz de alguien —respondió la niña.
— No, no lo sé —dijo la madre—. No lo creo.
— Esos labios... —murmuró la abuela—.Esos deditos —dijo, destapando la mano del bebé y separando sus dedos.
— ¿A quién se parece el bebé?
— Él no se parece a nadie —dijo Phyllis. Y se acercaron todavía más.
— ¡Lo sé!¡Lo sé! —dijo Carol—. ¡Se parece a papá! —Entonces miraron más de cerca al bebé.
— ¿Pero a quién se parece papá? —preguntó Phyllis.
— ¿A quién se parece papá? —repitió Alice, y todas a la vez miraron hacia la cocina, donde estaba el padre sentado a la mesa, con la espalda hacia ellas.
— ¡Pero, nadie! —dijo Phyllis y empezó a llorar un poco.
— ¡Silencio! —dijo la madre y apartó la mirada, y luego la volvió hacia el bebé.
— ¡Papá no se parece a nadie! —dijo Alice.
— Pero él tiene que parecerse a alguien —dijo Phyllis, enjugando sus ojos con una de las cintas. Y todas excepto la abuela miraron hacia el padre, sentado a la mesa.
Había vuelto su silla y su rostro estaba blanco y sin expresión.

De Will You Please Be Quiet, Please ( primera publicación de 1976)
Traducido por K. Ramone

domingo, 9 de diciembre de 2007

MECÁNICA POPULAR por Raymond Carver

Unas palabras previas. El breve cuento que leerán a continuación puede considerarse epítome de la narrativa de Carver; contiene todos los elementos que caracterizan su cuentística. Vidas ordinarias, quebradas por la incomunicación, la sucia realidad del llamado Dirty Realism, en fin, la gran mediocre hazaña de los derrotados por la cotidianidad, la rutina, la vida hecha de días. El relato ha tenido tres nombres: "Little Things" en I'm calling From, "Mine" en Furious Seasons and Other Stories, y en What We Talk About When We Talk About Love, aparece como "Popular Mechanics"; este último título es el más publicado y es el que le conocemos en la traducción al castellano. Para nosotros, frente a su asunto, es el mejor nombre para el cuento. En esta ocasión, hemos realizado (aunque imperfecta, como todo intento de trasvasijar a un idioma ajeno las particularidades del original) una nueva traducción, una que creemos, si no mejor que la conocida en libros y en Internet, por lo menos más fiel al ritmo y al tono de Carver --a la forma de construir sus diálogos por ejemplo (aunque en estricto rigor, Carver no hace dialogar a sus personajes, sino, más bien, acentúa la incomunicación)--, en consecuencia una traducción acaso más digna frente al estilo narrativo carveriano . Más allá de esto, el cuento es potentísimo en su brevedad. Carver fue y es un maestro del relato breve. En 1998, en Consejos Sobre El Arte De Escribir Cuentos, Roberto Bolaño dijo: "Y lean también a Chéjov y a Raymond Carver, uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado este siglo". Toda la razón.


MECÁNICA POPULAR
Por Raymond Carver


Temprano aquel día el tiempo cambió y la nieve se deshizo en agua sucia. Venas de nieve derretida descendían desde la ventanita a la altura del hombro que miraba hacia el patio trasero. Los automóviles salpicaban nieve afuera, donde estaba oscureciendo. Pero adentro también estaba oscureciendo.
Él estaba en el dormitorio metiendo ropas en una maleta cuando ella apareció en la puerta.
— ¡Estoy feliz de que te vayas! ¡Estoy feliz de que te vayas! —dijo—. ¿Escuchas?
Él continuó metiendo sus cosas en la maleta.
¡Hijo de perra! ¡Estoy tan feliz de que te vayas! —empezó a llorar—. Ni siquiera puedes mirarme a la cara, ¿verdad?
Entonces notó la fotografía del bebé sobre la cama y la tomó.
Él la miró y ella enjugó sus ojos y lo miró fijamente antes de dar la vuelta y regresar al living.
— Devuélveme eso —dijo él.
— Sólo toma tus cosas y ándate —dijo ella.
Él no respondió. Cerró la maleta, se puso el abrigo, echó una mirada al dormitorio antes de apagar la luz. Luego salió al living.
Ella estaba de pie a la entrada de la pequeña cocina, con el bebé en brazos.
— Quiero al bebé —dijo él.
— ¿Estás loco?
— No, pero quiero al bebé. Mandaré a alguien a que venga por sus cosas.
— Tú no tocas este bebé —dijo ella.
El bebé había empezado a llorar y ella le quitó la manta alrededor de su cabeza.
— Oh, oh —dijo ella, mirando al niño.
Él dio un paso hacia ella.
— ¡Por el amor de Dios! —dijo ella. Retrocedió hacia el interior de la cocina.
— Quiero el bebé.
— ¡Sal de aquí!
Ella se volvió y trató de mantener al bebé en un rincón detrás de la cocina.
Pero él avanzó. Alcanzó el otro lado de la cocina y apretó sus manos al bebé.
— Suéltalo —dijo él.
— ¡Márchate, márchate! —gritó ella.
El bebé estaba enrojecido y gritando. En el forcejeo tiraron un florero que colgaba detrás de la cocina.
Entonces él la apretó contra la pared, tratando de quebrar su resistencia. Agarró al bebé y presionó con todo su peso.
— Suéltalo —dijo él.
— No —dijo ella—. Estás lastimando al bebé —dijo.
— No estoy lastimando al bebé —dijo él.
Por la ventana de la cocina no entraba luz. En la casi oscuridad, él se ocupó de los dedos apuñados de ella con una mano y con la otra tomó al bebé llorando por debajo de un brazo, cerca del hombro.
Ella sintió sus dedos siendo forzados a abrirse. Ella sintió al bebé alejándosele.
— ¡No! —gritó al mismo tiempo que sus manos cedían.
Ella tendría este bebé. Intentó agarrar al bebé del otro brazo. Lo tomó por la muñeca y se echó hacia atrás.
Pero él no lo soltaría. Sintió al bebé escapándosele de las manos y tiró muy fuerte.
De esta manera, la cuestión quedó resuelta.

***
Traducción de: K. Ramone

martes, 27 de noviembre de 2007

JOHN CRISTO


A eso de las tres de la mañana de la tercera madrugada, la sombra de John Cristo, el amigo de todos y odiado por todos, cayó llena de cuerpo y con sonido seco sobre el piso del Bar. Un gato que dormitaba sobre ese mismo sitio, ahíto de sorpresa y espanto, arañó la cara del cuerpo sobre la sombra, la misma sombra que por treintaytantos años terrestres cargó John Cristo, el Eterno Salvador de los rockers cerveceros. Uno de estos rockers, miembro de una banda tributo a The Ramones llamada Jackie is a runt, se allegó, molido el aliento por la mucha cerveza y la tanta boca, al pecho del recién caído y dijo, en voz alta y en perfecto español, lo que ya se había adivinado: "Está muerto". "Está bien muerto", dijo uno que no era rocker y que hablaba entredientes, aunque lo suficientemente mal calculado como para ser escuchado por los doce rockers amigos de John Cristo.

Cuando terminó la trifulca había trece muertos, uno el ya nombrado John Cristo, y el resto, el que no era rocker y que habló por última vez en su vida entredientes, y once de los doce amigos rockers ya referidos. El número doce fue hallado colgando de un arco de fútbol a la mañana siguiente, esto en la Población vecina al basural llamado el Calvario, cercano a la esquina del pasaje en que vive desde hace varios años un perro del tipo quiltro llamado Nailon, el perro de carne y plástico.

Cuando no termina bien, la vida termina mal, decía mi estúpida madre cada vez que se hacía un aborto. Y, claro, la vidas levemente relatadas acá terminaron mal. Afuera del bar se levantó una animita pintada de celeste, un triste espactáculo en honor a la muerte y en que suelen echar sus hediondas meadas los borrachos y uno que otro perro sin nombre conocido. A veces, también, algún gato de esos de cola quebrada y bien flacos.

John Cristo sigue siendo oído a través de los cuatro CDs con que algunos rockers de corazón lo tributan. Siempre hacen la pobre analogía con Jesus, llamado el Cristo; sin embargo, su vida no tuvo nada que ver con Cristo ni con Jesús ni con hijo alguno del Hombre. Por supuesto, sí tuvo que ver con los excesos y el rock'n'roll, pero de ahí resultaría sólo un nuevo y miserable cuentito de carácter didáctico o qué sé yo.

En este relato, hay, ahora lo digo, un secreto: lo que John Cristo supo la misma noche en que cayó sobre su sombra, sombra que ya lo esperaba en el suelo cuando cayó de hocico y secamente, sombra que no podía, esto debe ser así, saber del secreto afincado en John Cristo desde esa noche de muerte. Lo que John Cristo supo, no será dicho hoy ni mañana ni nunca. Lo que supo no lo sé yo. Dicen que lo sabe Nailon, el perro, pero eso de nada nos sirve, pues desde hace miles de años se tiene la idea de que los perros no hablan la lengua de los humanos. Una lástima. Pues bastaría sólo con preguntarle con amabilidad. Yo no lo haré, porque sólo soy la voz del narrador de un relato, cosa de suyo abstracta, muy inútil, asaz inconsistente, demasiado poca cosa para la vida real. Hasta aquí entonces. Saludemos en todo caso a los honestos seguidores del rock'n'roll en todas sus vertientes o estilos. Señor, qué más podemos hacer, qué más, ¿acaso llorar por quienes, otra vez, mueren miserable y torpemente? Eso ya lo sabía mi madre después de cada aborto. Dejó de saberlo, pienso, una vez que pese a todo yo vine a nacer en este mundo, que no es un mundo de mierda, pero que está cerca de serlo.


K. Ramone

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Un Hermoso Poema De Bukowski

to the whore who took my poems


some say we should keep personal remorse from the
poem,
stay abstract, and there is some reason in this,
but jezus;
twelve poems gone and I don't keep carbons and you have
my
paintings too, my best ones; it's stifling:
are you trying to crush me out like the rest of them?
why didn't you take my money? they usually do
from the sleeping drunken pants sick in the corner.
next time take my left arm or a fifty
but not my poems;
I'm not Shakespeare
but sometime simply
there won't be any more, abstract or otherwise;
there'll always be money and whores and drunkards
down to the last bomb,
but as God said,
crossing his legs,
I see where I have made plenty of poets
but not so very much
poetry.

***

a la puta que se robó mis poemas


algunos dicen que deberíamos apartar del poema
los remordimientos personales,
permanecer abstractos, hay alguna razón en esto, pero
Jesús
doce poemas perdidos y no guardé copias y tienes
mis
pinturas también, mis mejores pinturas; es asfixiante:
¿estás tratando de joderme como al resto?
¿por qué no te robaste mi dinero? Usualmente
lo sacan de los durmientes borrachos pantalones enfermos en el
rincón.
la próxima vez róbate mi brazo izquierdo o uno de cincuenta
pero no mis poemas;
no soy Shakespeare
pero alguna vez no habrá ninguno más,
abstracto o de otro modo;
siempre habrá dinero y putas y borrachos
hasta que caiga la última bomba,
pero como Dios dijo,
cruzándose de piernas:
veo que he creado muchos poetas
pero no tanta
poesía.

***

Siempre es bueno volver a leer un poema de esos inmortales, de esos poemas vivos, en horas en que a veces campea la muerte. Hoy estoy triste, pero releo este inmenso poema y me atrevo a respirar entornando incluso una sonrisa, una sonrisa remotamente adentro, cercanamente en el fondo, al lado de todo, que es donde suele levantar su mediagua lo lejano. Léanlo y vuélvanlo a leer y sigan leyéndolo, aun cuando ya no lo puedan leer. Permítanme que esta entrada esté dirigida por una mirada hacia a mi viejo dormido.

lunes, 12 de noviembre de 2007

El Oscuro Caso Carver-Lish


Mucho se ha hablado sobre el papel del editor en el resultado final de algunas obras y, aun, del estilo preciso y reconocible, por propio, de ciertos autores. Nadie duda de la calidad de la escritura de Carver, breve, precisa, certera, sin excesos, en fin; sin embargo, existen dudas acerca del papel jugado por Gordon Lish, editor, en lo que conocemos como estilo Carver. A partir de las revelaciones del papel jugado por Lish, inmediatamente se alzaron algunos para gritar a los cuatro vientos que el estilo Carver sería más bien fruto del "ojo" de Lish, es decir, de la calidad de la tijera de éste frente a los manuscritos de aquél, es decir, que la escritura era de Carver pero, el estilo, de Lish ("...the basic idea was that he had changed some of the stories so much that they were more his than Carver's...", uauuu, no es menor la afirmación).

Los invitamos a leer un rico texto aparecido en The New York Times a propósito de lo que en esta ocasión llamaremos con el neblinoso nombre de "El Oscuro Caso Carver", jejejeje. Los que quieran buscar cinco patas donde en realidad hay tres, podrán tener sus cuatro en este artículo-reportaje. Lo claro es que Gordon Lish pudo editar, aunque jamás escribir los textos de Carver: para podar hay que tener el árbol y el árbol tenía por nombre Raymond o Ray para los amigos.


"The Carver Chronicles

By D. T. Max

Published: August 9, 1998. New York Times

For much of the past 20 years, Gordon Lish, an editor at Esquire and then at Alfred A. Knopf who is now retired, has been quietly telling friends that he played a crucial role in the creation of the early short stories of Raymond Carver. The details varied from telling to telling, but the basic idea was that he had changed some of the stories so much that they were more his than Carver's. No one quite knew what to make of his statements. Carver, who died 10 years ago this month, never responded in public to them. Basically it was Lish's word against common sense. Lish had written fiction, too: If he was such a great talent, why did so few people care about his own work? As the years passed, Lish became reluctant to discuss the subject. Maybe he was choosing silence over people's doubt. Maybe he had rethought what his contribution had been -- or simply moved on."



Los Rincones Oscuros

Hola Amigas y Amigos Presentes y Futuros:
Les damos la bienvenida a este blog que pretende ser una ventana más mirando hacia ese pedazo de nailon o cielo o ala que es la Literatura. Escribir Literatura con mayúscula no es un mero capricho, sino una declaración de intenciones y culpa: intenciones de mostrar ámbitos relacionados a la Literatura así con L grande, y la culpa de contribuir al conocimiento de Demonios de variada índole.
Los Rincones Oscuros, refiere al título traducido, Mis Rincones Oscuros (My Dark Places), de la autobiografía de James Ellroy, el llamado "Demon Dog of American crime fiction".
Pretendemos acoger creaciones, comentarios críticos, reseñas, etc., pero sobre todo queremos cometer un aporte al conocimientos de autores y escrituras. Además, infligiremos algo de determinados gustos musicales.
Hey, oh, let's go!!! Un abrazo y, nuevamente, bienvenidos.
Ramono y Ramona.